Aidan
El bosque se extendía ante mí como un manto oscuro mientras corría en mi forma de lobo. La tierra húmeda bajo mis patas, el viento acariciando mi pelaje, la libertad de la noche... pero ni siquiera esto podía calmar la tormenta que rugía en mi interior. Cada paso que daba me alejaba físicamente de ella, pero mi mente, mi corazón, mi alma... todo permanecía en esa casa donde Noelia dormía.
Me detuve en lo alto de una colina, alzando mi hocico hacia la luna menguante. El aullido que brotó de mi garganta estaba cargado de frustración y deseo. Era el lamento de un Alfa que había encontrado a su compañera pero no podía reclamarla.
Volví a mi forma humana, sintiendo cómo mis huesos crujían y mi piel se estiraba. La transformación siempre era dolorosa, pero esta noche, ese dolor era casi un alivio comparado con la agonía de mantenerme alejado de ella.
—Maldita sea —murmuré, pasándome una mano por el rostro mientras me vestía con la ropa que había dejado escondida entre unos arbustos.
L