– Promesas y límites
El silencio reinaba en la oficina, apenas roto por el sonido del reloj marcando los segundos. Cristina y Rubén aún estaban muy cerca, sus respiraciones mezcladas, el aire cargado de lo que ambos sentían, pero no se atrevían a decir.
Ella dio un paso atrás, apartándose con delicadeza de sus brazos.
—Ruben… creo que es mejor que esperemos —dijo en voz baja, casi un susurro.
Rubén frunció el ceño, sin entender del todo.
—¿Esperar? ¿A qué te refieres, Cristina?
—A que logre separarme de Elio —respondió con firmeza, aunque en su voz se colaba la tristeza—. Esto se está complicando, Rubén. Cada día está peor. No entiende razones, no acepta que lo nuestro se acabó.
Ruben guardó silencio unos segundos. La vio, tan frágil y tan fuerte al mismo tiempo, y entendió que su lucha no era solo legal, sino emocional.
—Tengo la esperanza de que su abuelo logre hacerlo recapacitar —añadió Cristina—. Me dijo que hablaría con él.
Ruben asintió despacio, intentando ocultar el pesar que