Capítulo 144 – El peso de una hoja de papel

El ascensor privado de la presidencia ascendía con un zumbido casi imperceptible, pero para Óscar Caruso, el sonido era ensordecedor en medio de su propio silencio interior. Las puertas de acero pulido le devolvían el reflejo de un hombre que, aunque vestido con un traje de corte italiano impecable, parecía llevar sobre los hombros el peso de una catedral derrumbada.

Cuando las puertas se abrieron en el piso cuarenta y dos, el ajetreo habitual de la sede corporativa pareció detenerse por un segundo. Los empleados, al ver al heredero legítimo cruzar el umbral por primera vez desde la muerte del patriarca, bajaron la voz o inclinaron la cabeza en señal de respeto. Óscar caminó por el pasillo central, sintiendo las miradas clavadas en su nuca. No eran miradas de lástima, sino de expectación. Todos se preguntaban lo mismo: ¿Tendría Óscar la fuerza para llenar los zapatos de gigante que Don José había dejado vacíos?

Al llegar a la antesala de la