El CEO había pasado al colegio por su pequeño, como Angy estaba convaleciente, él se encargaba de llevar y recoger a su hijo, así aprovechaban para ponerse al día.
— Papá desde que Lucano regresó al colegio, los compañeros lo tratan como si fuera un héroe, gracias a él expulsaron a los niños matones que solían robarles su dinero y muchas veces golpearlos.
— Me alegra saber que lo recibieron tan bien, Lucano pasó por mucho, se merece esos vítores, ¿No lo crees?
— Si, pero tiene que seguir siendo mi mejor amigo, los compañeros de clase no me lo van a robar, hasta tomé las terapias psiquiátricas con él, aunque no las necesitaba, donde se me quiera ir con otro amigo, lo devuelvo del copete.
— No seas tan controlador, deja que Lucano tenga amigos, le va a servir para su recuperación, además no creo que te cambie, nadie es tan extraordinario como mi Vladímir.
— Hmmm... Bueno, en eso tienes razón. — El niño se llevaba la mano a la barbilla como meditándolo.
El padre solamente