Una obsesión peligrosa.
El banco rostro de la bella arquitecta se puso rojo, como se atrevía ese hombre a decir tal cosa. No había manera de que permitiera tocarla.
— Tu no me vas a volver a hacer nada, estaba dormida cuando te aprovechaste y me hiciste al bebé. — Angy señalaba al empresario con él cubierto.
— ¿Me reclamas entonces porque te hice al bebé?
— ¡Noooo, no metas a Vladimir en esto! Al niño lo amo muchísimo...
— ¿Vladimir? ¿Ya has decidido el nombre de nuestro hijo, y no me tomaste en cuenta? No estoy de acuerdo, busquemosle un nombre juntos.
— Ahhh... Yo soy la madre, no tengo que consultarte nada, además ese era el nombre de mi abuelo, y quiero ponérselo a mi hijo en su honor. Valdimir Diamich.
La mirada verde del CEO se oscureció, parecía querer castigar a su ex mujercita por haber omitido su apellido.
— ¿Qué pasa? ¿Acaso querías que llevara tu nombre? No me.parece que le vaya bien, mi hijo será diferente a tí, el si será bueno, y... será inteligente, sensato, hará buenas ele