El jóven Darkok regreso a la compañía, todavía tenía trabajo por hacer, debía revisar un contrato que firmarían con un importante socio con el que ya colaboran.

Su padre estaba detrás del escritorio, el CEO tecleaba su computadora personal, más cuando levantó la mirada para saludar a su hijo, pudo ver la mano pintada en su rostro.

— ¿Qué le pasó a tu cara? Debiste de haber ofendido mucho a alguna señorita para que te pusiera en tu lugar de esta forma.

— Algo hay de eso, quizás me lo merecía por idiota. Pero de una cosa puedes estar seguro, buscaré la manera de que ella me compense por este agravio, quizás no sea pronto, pero va a pasar.

Respondió el heredero que estaba de pésimo humor.

— Rafaela si que sabe cómo mantenerte a raya, más no me imaginé que esa jovencita tan dulce fuera toda una fierecilla.

— Si, ella tiene una carita de ángel, pero en el fondo es un demonio, igual que el tío Rafael. No pudo heredar el carácter de la tía Emma, no, tuvo que heredar al comp