Joshua
Todos los músculos del cuerpo me pesan exageradamente, lo que me impide despertar de inmediato. El aroma que me embriagó durante toda la noche sigue presente en mis fosas nasales, pero ya no siento nada en mis brazos.
Eso es lo que me hace despertar de golpe.
La cama está vacía, pero no estoy solo en la habitación. Mía está terminando de vestirse con la ropa que siempre ha tenido en este departamento, muy diferente a ese maldito vestido que encendió mi ira.
No tengo idea de lo que me pasó ayer. Por más hermosa que sea, siempre he sabido que mi corazón le pertenece a Ámbar. Sin embargo, ver a Mía con ese desagradable de Hernán Meza me enloqueció.
¿Por qué debería permitir que ese idiota se quede con lo que la vida dispuso para mí? No me importa lo que sea que sienta por Mía, no la dejaré divorciarse de mí.
—Me voy, Joshua. No quiero llegar tarde al trabajo.
—No te vas a presentar a…
—Claro que lo haré —me interrumpe—. No le diré nada a mi jefa, no quiero más proble