Ámbar
—Es un hijo de perra miserable —sigue despotricando Ruth mientras entramos en mi oficina—. Si lo encuentro, lo voy a destripar y usaré sus intestinos para colgarlo de…
—Basta, no harás nada hasta que hable con él —la interrumpo—. No quiero que tenga tiempo de inventarse nada.
—Por fin, hermana, por fin vas a ver la luz.
—Tengo que hablar con Mía, ya no puedo esperar más —respondo—. Quiero saber todo lo que Joshua me ha estado ocultando. ¿Cómo puede venir a decirme lo que tengo que hacer cuando él está casado? Y eso no es lo más grave, sino que quiere que Mía piense que yo hice esa porquería. Estoy preocupada, Ruth. ¿Qué pasa si ella le cree? A mí logró…
—No lo creo, Amber —me tranquiliza—. Si es su esposa, debe conocerlo muchísimo mejor que tú y saber de lo que es capaz. Nosotras no tenemos nada que esconder y haremos lo necesario para arreglar este error. Y quita esa cara, que la colección fue un éxito rotundo.
—Espero que esto no genere problemas a futuro.
Me siento en mi