Ámbar
La cirugía es algo a lo que le tuve miedo durante todo el embarazo. Sin embargo, al estar tendida, lista para que me abran, ese miedo al dolor se transforma en pánico por la posibilidad de que algo salga mal y mis hijos no estén bien, o que yo no esté para ellos. Aun así, resisto todo lo que puedo y me mantengo tranquila, sabiendo que pase lo que pase, habrá personas que los amarán.
Y ahora está David, quien afirmó una y otra vez que sabe que mis hijos son suyos. Honestamente, estoy furiosa y confundida. ¿Cómo logró convencerse de la verdad? Mejor dicho, ¿quién lo hizo abrir los ojos? Dudo mucho que se haya arrepentido y lo haya deducido por sí mismo.
Aparto aquellos pensamientos de mi mente cuando la doctora me anuncia que uno de mis hijos está a punto de nacer. Siento muchos estiramientos que me hacen gemir de incomodidad, pero todo se me olvida en cuanto el llanto de mi bebé resuena por todo el quirófano. Alguien abre la tela con la que me han cubierto y, a través del plásti