DE LA MASCA.
Aquella tarde el hijo de la bruja, se sentía de buen humor, a pesar de las terribles miradas que las gentes del pueblo le habían propinado, cuando hubo pasado por la salida del poblado, Chastel podía sentir ese odio, el mismo los había oído burlarse de él con desprecio, pero a Jean Chastel, o le importaba aquel odio que el mismo se había ganado por su mala fama.
Pero jean Chastel sabía, que nada había tenido que ver con el sobrenombre, el hijo de la bruja, él conocía de sobra el carácter de los pobladores, eran sobremanera supersticiones, y estaban en gran manera perturbados, por los terribles ataques de la bestia, aquellas noticias de las muertes de las niñas, traía una enorme presión sobre jean Chastel, y toda su familia, que era muy mal vista.
Pero una duda le era como una pesada carga a jean Chastel, desde ese día encontró ese viejo anciano, no había podido dejar de pensar, sus palabras, que eran en su mente como un hierro caliente, Chastel se quedó mirando fijamente el final del