El beso no había cesado del todo. Sus labios se separaron un suspiro, pero el espacio entre ellos seguía vibrando con la electricidad de lo vivido. Gianni aún sentía el eco del sabor de Ivanka, mezcla de tabaco, frío y algo único, inefablemente ella, en su boca.
Su corazón, un tambor de guerra que normalmente solo resonaba con adrenalina o furia, golpeaba ahora contra sus costillas con un ritmo frenético y extraño, casi doloroso en su intensidad. Y contra su pecho, a través de las capas de ropa, sentía el latido igualmente acelerado de Ivanka, un eco salvaje que respondía al suyo.
En medio de ese breve respiro, Ivanka suspiró un "Gianni..." cargado de una necesidad que hizo estremecer algo muy profundo en él. Una sonrisa involuntaria, nacida de la pura sorpresa ante esa reacción, se dibujó en sus labios contra los de ella. En respuesta, sus brazos se cerraron con más fuerza alrededor de su cintura, estrechándola contra sí, como si pudiera fundirla en su propio ser, absorber esa sensac