El abrazo se deshizo, pero la energía entre ellos permaneció, un campo de fuerza tangible de determinación compartida. Ivanka se separó de Gianni y Gabrielle, sus hombros un poco más rectos, su mirada más clara. Los tres se mantuvieron cerca, como planetas orbitando una estrella común, una trinidad de voluntades decididas a enfrentar la tormenta.
Con un suspiro que era más de resignación que de derrota, Ivanka se acercó a la mesa donde los adultos revisaban los planos. Su mirada, ahora clara y enfocada, se posó en Serguéi.
— ¿Tienes el cronograma detallado del concurso? — preguntó a Serguéi, su voz recuperando un tono práctico, profesional y autoritario de la Koroleva.
Serguéi asintió y le entregó una carpeta gruesa.
— Todo está aquí. Reglamento, horarios, requisitos de vestuario, puntuaciones... — hizo una pausa significativa — ...y las exigencias coreográficas.
Ivanka abrió la carpeta y comenzó a leer con una concentración feroz, sus ojos recorriendo las páginas a toda velocidad. De