La mirada entre ellos se sostenía, un puente tenso de preocupación, desafío y algo más profundo, indefinible. Giani sonrió, un gesto que pretendía ser tranquilizador pero que no logró ocultar la peligrosa chispa en sus ojos. Sus dedos acariciaron la mejilla de Ivanka con apenas un roce, un contacto eléctrico que la hizo estremecer.
— No debes preocuparte, Iskra — susurró, su voz un susurro sedoso que rozaba la mentira — Es un simple desayuno.
Ivanka negó con vehemencia, sus ojos azules brillando con un pánico genuino.
— Tú no entiendes... — su voz tembló ligeramente — Estás a punto de entrar en un campo minado. Con botas de plomo.
Gianni la observó, y por un instante fugaz, una ternura casi condescendiente, como si pensara "pobre criatura ingenua", cruzó su mirada verde. Pero fue reemplazada al instante por la certeza del depredador.
— No le tengo miedo a un simple desayuno con el Pakhan, Ivanka —declaró, su voz baja pero cargada de una confianza inquebrantable, su aliento rozando su