Capítulo 14. Posesión en la noche.
Cuando terminó la reunión y se fueron a la habitación, apenas entraron, la tensión acumulada explotó. Bruno aflojó su corbata y la tiró al sofá.
—Cierra las cortinas —ordenó.
Renata obedeció. La vista de Central Park nevado desapareció. La habitación quedó sumida en una penumbra irreal, solo rota por la tenue luz de una lámpara de pie junto al sofá.
Al girarse, él ya estaba allí. No había caminado. Simplemente se había materializado a su espalda, un bloque de energía oscura y tensa.
El aire se le heló en los pulmones. No tuvo tiempo de articular palabra. Bruno no la miró a los ojos; su mirada estaba clavada en la espalda desnuda que el vestido dejaba al descubierto, en la línea del cierre que descendía desde la nuca hasta justo por encima de la cintura.
Lo agarró con un gesto brusco y lo deslizó de un tirón seco. Un sonido metálico y rasgado, y la seda verde esmeralda perdió toda su estructura, desvaneciéndose en un charco silencioso a sus pies.
El aire frío de la suite la cub