Capítulo 13. Placer bajo la mesa.
Dos meses después
Los días corrieron uno tras otros, estos se convirtieron en semanas y estas en meses. Habían pasado exactamente dos desde que Renata se convirtió en la sombra de Bruno Ávalos. Dos meses de infierno y de fuego.
La rutina se había vuelto una soga al cuello: de día, en la oficina, él era un tirano que le exigía la perfección absoluta, haciéndola trabajar hasta el agotamiento. De noche, o en los viajes repentinos, la dinámica cambiaba, pero no mejoraba.
Se convertía en una posesión oscura y desesperada. Le hacía el amor con una pasión impresionante que le hacía dudar que quizás sí tenía sentimientos por ella, pero después del acto volvía a caer en la realidad y se daba cuenta de que solo se hacía ilusiones.
Renata aprendió a vivir con el miedo constante. Miedo a que se inventaran una prueba y la acusaran de la muerte de Lourdes, miedo a que se cansara de tenerla trabajando con él, miedo a seguir trabajando a su lado, pero a lo que más temía era que descubriera el secr