1 semana después.
La habitación estaba envuelta en una calma tensa. El olor a desinfectante y el zumbido de las máquinas eran lo único que se escuchaba. Clara, con el brazo inmovilizado por la fractura, permanecía sentada en una silla al lado de la cama de Emma. Tenía ojeras profundas y los ojos hinchados de tanto llorar, pero no se había separado de su hermana en toda la semana.
Frente a la ventana, los padres de ambas se mantenían en silencio. La madre de Emma tenía las manos entrelazadas, murmurando una oración que ya había repetido mil veces. Su padre, más reservado, observaba a su hija con el ceño fruncido, luchando contra la impotencia.
Thania, Daniela y Rosmery también estaban allí. Thania sostenía una taza de café que ya se había enfriado. Daniela se movía nerviosa en su asiento, jugueteando con la