La señal no fue un sonido, sino una ausencia. Nayra levantó la mano, la palma abierta, y luego la cerró en un puño. En la oscuridad total, el gesto fue un grito silencioso. Las veinte sombras se dividieron en dos corrientes, fundiéndose con la noche.
Nayra, siguiendo a Yax, contuvo la respiración. Su equipo se movió hacia el este, un lento y agónico avance a través de la maleza. Cada segundo se sentía como una hora. Esperaban.
Entonces, el mundo se rompió.
Al oeste, un destello dorado iluminó la copa de los árboles por una fracción de segundo, seguido por el familiar "¡VUMP!" sordo que ahora era la firma de Nayra. Un instante después, un segundo destello, y el cielo nocturno comenzó a teñirse de un resplandor anaranjado. El equipo de Itzli había atacado.
Gritos de sorpresa y alarma surgieron del campamento de los Koo Yasi. Nayra vio antorchas moviéndose frenéticamente, docenas de siluetas corriendo hacia el fuego como polillas hacia una llama mortal. La distracción había funcionado a