Charlotte es una mujer que tiene más problemas que vida, por lo que cuando alfa dominante, mejor conocido como amo y señor Walter, le propone algo que logrará que ella pueda salir todos sus problemas. Damián es un alfa que no necesita una pareja para tener todo bajo control, tiene un hijo que mantener y una imagen pulcra que mantener para que nadie se meta en sus asuntos. No obstante, todo se ve detenido cuando esa hermosa mujer entra a su oficina con más timidez que otra cosa, dejando salir toda esa inocencia que tanto le gusta de una mujer que no sabe lo que es tener a un hombre en su vida. Ambos necesitan uno del otro, Charlotte necesita dinero, Damián necesita de alguien que se haga cargo de su hijo. ¿Cuál es el problema? Pues que su pequeño retoño se dará a la tarea de que Charlotte se vuelva su madre.
Leer másDamián miraba desde la distancia como su hijo se encontraba jugando con su nueva niñera, la humana que estaba haciendo que un sinfín de cosas llegaran a su mente. Nunca se mostró como un hombre que dejaba que sus emociones salieran con facilidad, siempre recto y las cosas debían hacerse a su manera. Sin embargo, esa chica que se encontraba ahí, estaba haciendo las cosas muy difíciles para su gusto.
Era hermosa, de buen corazón, pero tenía serios problemas con el dinero que él estaba dispuesto a solucionar siempre y cuando ella se lo pidiera; le iba a proponer algo que no podía negar.Tenía poco tiempo de trabajar para él como niñera de su pequeño. Sin embargo, en esos momentos ella se notaba muy a gusto con su hijo, ese pequeño demonio que en más de una ocasión se quedó sin niñeras, por el simple hecho de que no quería a nadie más que no fuera esa humana de ojos marrones.— Buenos días, señor Walter —saludó Charlotte—. No tenía idea de que había llegado a casa. ¿Está todo bien?— Sí, salí temprano del trabajo porque quería ver como se encontraba mi hijo —respondió el alfa, desviando la mirada hacia el pequeño lobo—. ¿No tienes que irte a la universidad?— Sí, lo siento —sonrió a medias la chica—. Voy a prepararme…— Quédate a cenar —dijo su hijo, abrazando las piernas de Charlotte—. ¿Se puede quedar?— No, lo siento… mañana tengo clases en la mañana y debo ir a terminar algunas cosas que dejé pendientes —sonrió a medias hacia el pequeño—. ¿Se quedará con Michael?— Sí, por eso vine temprano —el alfa sonrió sin mostrarle los dientes—. Mi hijo te acaba de pedir que te quedes a cenar, puedes hacerlo. No te voy a detener.— ¿Usted quiere que me quede? —preguntó ladeando la cabeza.Sí.— Es tu decisión quedarte —se aclaró la garganta—. ¿Quieres hacerlo?— Por supuesto, siempre y cuando usted me lo permita —sonrió la chica a medias—. Su hijo no soltará mis piernas a menos que yo dé mi brazo a torcer.— Vamos a preparar la cena.Iba a cargar a su hijo, pero este levantó sus manos hacia la chica y fue más como un golpe bajo, puesto que ese pequeño demonio estaba jugando con su paciencia. Sin lugar a dudas, sería difícil disfrutar de una hermosa velada si Charlotte y su hijo seguían siendo tan unidos. Se quitó el saco, luego las mangas de la camisa se las puso hasta los codos.— Señor —lo llamó la humana—. ¿Puedo ir haciendo algunos deberes en lo que termina de hacer la cena?— Claro —se giró un momento hacia ella—. De paso ayudas a Michael con las suyas.— Gracias.Durante la preparación de la cena, no pudo quitarle los ojos a la chica por más de cinco segundos. Su hijo se veía muy cómodo con ella, y ni hablar de que hasta se reía. Con ninguna de sus otras niñeras ese pequeño se atrevió a tanto, pero con Charlotte todo era diferente, hasta él sintió que algo también era muy diferente entre ambos.Dejó los platos en la mesa, y en ese momento las luces se fueron y todo quedó a oscuras. Buscó su celular en el bolsillo de su pantalón, y les ordenó a esos dos que no se moviera de ahí en lo que buscaba unas velas, puesto que se había puesto a llover y era peligroso salir de la casa.— Gracias, esto huele muy bien —dijo Charlotte mirando al alfa luego de que este pusiera unas velas sobre el comedor—. ¿Por qué no hay luz?— Supongo que es por la lluvia —dijo indiferente, y la chica asintió—. Come —ordenó—. Puede enfriarse.— De acuerdo.De vez en cuando su hijo se ponía de mañoso con ella, diciéndole que debía darle un poco de comida de la suya, puesto que no sabía igual, algo que tomó como una advertencia, puesto que ese pequeño quería tener de más en su vida a Charlotte.Después de un rato de andar comiendo entre ellos, prosiguió a llevar a su hijo en brazos hasta su habitación, puesto que se quedó dormido en las piernas de la humana.— Papá —lo llamó su hijo en cuanto lo puso sobre la cama.— Dime.— Quiero que Charlotte sea mi mamá.Su hijo siempre le ponía pruebas, y esta era la peor de todas.3 años después. Damián caminaba de un lado a otro en la pequeña habitación, mientras escuchaba a James decirle que todo estará bien, que no se preocupara por nada. Hasta que sintió su mejilla arder de una manera muy dolorosa y miró a su amigo. — Gracias, tío James —dijo Michael, cruzando los brazos en su pecho—. Ya pareces una gelatina. — Ya me tenías desesperado —bajó la mano y Damián suspiró. — Estoy bastante nervioso en este momento, siento que algo va a pasar. Siento que Charlotte me va a decir que no, porque ya me estoy poniendo viejo —comenzó, a llorar en el hombro de su amigo—. Hasta mi hijo me odia. —Es que no has parado de estar de ese modo desde que llegamos, papá —dijo su hijo poniendo los ojos en blanco—. Mejor me voy a molestar al abuelo. — Ella no te va a decir que no, aunque solamente te faltan algunos meses para cumplir los treinta y nueve, ella te ama demasiado. Si se pudo enamorar de ti en menos de un mes, eso quiere decir que no te va a decir que no —explicó J
Michael se trepó sobre el cuerpo de su padre en cuanto le dieron el alta ese mismo día. Damián era un alfa que sanaba rápido. No como ella que tuvo durar un buen tiempo en el hospital por culpa de todas sus heridas, ninguno de los dos se despegó del alfa durante todo el camino a la casa, tenían prohibido irse de su lado y por más que él les decía que estaba bien, ellos lo cuidaban como si fuera un niño pequeño.— Es que no sirves como alfa, tenemos que ponerte un chip de rastreo para que no te vayas nunca de la casa —dijo Michael, tomando su mano—. Mira que estás chiquito, tenemos que cuidarte muy bien ahora que estás aquí, porque tienes que darme un hermanito.— ¿Qué tengo que darte qué? —preguntó Dami&aacu
Charlotte sonrió por un recuerdo, fue el primer castigo que Damián le dio por hacerle un favor, que resultó ser placentero para ambos.— Parece que lo que recordaste te encantó —dijo Sasha, tocando su brazo—. ¿Todo bien?— Sí. Ese fue uno de los mejores recuerdos de mi vida —murmuró—. Quiero ver a mi alfa, es lo único bueno que me queda en esta vida, y también a mi hijo…— Mierda, escóndete —mandó Sasha, empujándola hacia la columna para taparlas a ambas.— Ya estoy en el pasillo, y no la veo por ningún lado —habló por el radio.— Pues búscala bien, e
Sasha le dijo a su mejor amiga que iba a salir con Damián para buscar a esa chica que él tanto quería a su lado. Por algún motivo, ella deseaba ver a Harry una última vez, verle la cara a ese sujeto que tanto daño le hizo y matar de paso al supuesto policía, ese que lo ayudó.Damián se veía como un hombre y alfa que buscaba a su mujer, por lo que pudo ver en la oficina de este, se dio cuenta de que esa humana era sumamente importante para él.— Es aquí —dijo Sasha, señalando la bodega.— ¿Por qué será que no me sorprende de Harry? —expresó, con ironía, al ver el lugar.— Esa es la puerta que nunca está cu
— ¿Quién eres tú? —preguntó Damián, cuando vio entrar a la única persona que podía ayudarlo a buscar a su chica de ojos marrones.— Soy Sasha Millers, puedo ayudarlos a encontrar a quien buscan —dijo ella, un poco nerviosa.— Siéntate y explícanos, porque vienes hasta aquí y nos dices que puedes ayudarnos —indicó Damián, señalando el asiento que estaba en frente de su escritorio.— Ella tiene el mismo olor que mamá, no me gusta —Michael abrazó a Damián por los hombros.— Yo me retiro —informó Luisanna, saliendo de la oficina.— Bueno… A&
Harry movió el cuello de un lado a otro, lleno de estrés y dolor, algo no andaba bien y lo supo desde qué esa chiquilla se le escapó. Había creado una obsesión tan grande por ella, que no entendía sus razones para tenerla con él, quería poseerla, a tal punto de que nada ni nadie se interpusiera en su camino. Solo que en esos momentos, tenía que terminar con lo que comenzó, y esa persona era Charlotte. Sus hermanos hasta la espalda le dieron en eso, porque según ellos se obsesionó tanto con Damián que perdió el camino de la vida. — Ya es hora de despertar dormilona —dijo una voz muy potente en su oído. Charlotte abrió los ojos con algo de dificultad, pero al fin los abrió. Cuando tuvo una buena visión del lugar en el que estaba se asustó más al ver a Harry con los brazos cruzados acercándose a ella. — Por lo que veo ya sabes que de aquí no te escapas —la tomó del cabello de forma brusca—. Hubiese sido estupendo haberme traído también a Michael, pero contigo está bien por el momento
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