Capítulo 191

El día amaneció pesado, como si el cielo estuviera suspendido por un hilo tenso. Emma despertó antes que Alejandro. Había dormido poco; cada sombra, cada ruido mínimo, la había obligado a abrir los ojos una y otra vez para asegurarse de que Sofía siguiera segura en la habitación contigua.

Cuando se levantó, Alejandro extendió la mano para tocar la cama vacía y enseguida se incorporó.

—¿Dónde estás? —preguntó con voz ronca.

Emma apareció por la puerta con una taza de café para él.

—Aquí. No me fui lejos —dijo con una sonrisa cansada—. Estuve revisando las cámaras un rato.

Alejandro tomó la taza y se acercó a besarle la frente.

—Deberías descansar más.

—No puedo descansar mientras alguien allá afuera está observando a Sofía —susurró ella.

Él la rodeó con un brazo, apretándola contra su pecho. Ese abrazo era hogar, incluso en medio de la tormenta.

—La vamos a proteger —prometió.

Pero el destino no siempre respeta las promesas.

Sofía estaba desayunando en la mesa del comedor cuando tocaro
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