Capítulo 192

La mañana parecía tranquila desde fuera, pero por dentro, Casa Esperanza estaba hecha de nudos. Alejandro había reforzado la seguridad. Emma había pasado la noche sin dormir. Y Sofía… Sofía había empezado el día en silencio, demasiado silencio para ser ella.

Estaba sentada en el sofá con su muñeco entre las manos, encorvada, mirando un punto fijo en la alfombra. Emma se arrodilló frente a ella, suave, como si al mínimo movimiento la niña pudiera romperse.

—Sofi… ¿quieres desayunar algo? ¿Huevito? ¿Pancakes? —susurró.

La niña no respondió.

Emma sintió un pinchazo de miedo en el estómago. Sabía leer sus silencios. Ese era uno de los más peligrosos: el silencio de cuando estaba recordando algo que nunca quiso recordar.

Alejandro se acercó despacio por detrás, con el ceño fruncido.

—Amor… —murmuró a Emma—. Creo que tenemos que hablar con ella.

Emma apretó los labios y asintió. Se acomodó bien, tomando ambas manos de la niña entre las suyas.

—Sofi… cariño… ¿puedes mirarme?

La niña levantó
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