Mundo ficciónIniciar sesiónEl día amaneció con una calma engañosa.
Desde su oficina, Emma Ríos veía cómo los niños del refugio corrían por el jardín, entre risas, ajenos a todo lo que el mundo adulto intentaba esconder.
Casa Esperanza se había vuelto su hogar, su misión, su corazón. Pero a veces —como esa mañana—, el pasado aún sabía cómo tocar a la puerta.
Buscaba unos documentos antiguos en los estantes del fondo cuando, al mover una caja de donaciones viejas, algo cayó al suelo.
Un sobre marfil, sellado con cera roja.
El sello estaba marcado con una flor de cinco pétalos, y la caligrafía,







