Lavar la ropa de la familia Salvatierra no era mi parte favorita del día, no es que fuera quisquillosa y me resultara asqueroso, aunque tener que tocar la ropa interior de otra persona tampoco es que me encante, pero el miedo que sentía de arruinar algo me mataba de nervios.
En el orfanato estaba acostumbrada a lavar mi ropa a mano. Le dije a Arnold que no sabía usar una lavadora y, aunque me enseñó lo básico, me daba miedo combinar colores y arruinarle la ropa a alguien.
Entonces, gritos comenzaron a acercarse, La señora Isabel y Valentina se detuvieron justo en la puerta de la lavandería.
—No me gusta esto ¿mariposas en mis camisetas? ¡Tengo 25 años!
Su madre respondió con un tono que no admitía discusión:
—Tú no te compras la ropa, te recuerdo que aún estás bajo mi techo y bajo mis reglas. Y Arnold, no sabe el regaño que le daré por ayudarte a sacar esta ropa del clóset.
Valentina replicó rápidamente:
—¡Él hizo lo que yo le pedí! No tiene la culpa de nada.
Me quedé congelad