A ver… nada apunta a que sí haya escuchado todo. No tengo por qué asumirlo. Tal vez llegó después, tal vez solo vino a buscar algo.
Respiro hondo, intentando que el temblor en mis manos no se note.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, sin poder evitar que la voz me saliera un poco más baja de lo normal.
—Vengo de la oficina —respondió él—. Estaba con don Manuel, ya iba de salida.
Asentí apenas, aunque por dentro no entendía nada. Su tono era firme, pero no frío. Entre tenso y un poco molesto, como si algo lo hubiera incomodado y todavía no decidiera si decirlo o dejarlo pasar, pero no parecía enojado conmigo.
—¿Cuándo llegaste? —pregunté, intentando sonar casual, pero mis manos no dejaban de moverse.
—Hace un rato —dijo—. Arnold parecía bastante apurado, apenas entre y casi me arroja a la oficina.
Entonces el estaba en la oficina cuando todo pasó, por eso Arnold no vino rápido.
Muy bien… puede que no haya pasado nada.
Así como Valentina subió a su habitación, él pudo haber s