Luca
La lluvia golpeaba el parabrisas con una furia contenida, como si el cielo también llevara algo atascado en el pecho, algo que no podía liberar más que cayendo a pedazos sobre Roma. Y yo… yo estaba igual. Estancado. Con el alma atrapada entre lo que fui y lo que no quiero volver a ser.
Desde mi asiento en el auto, observaba la mansión Morelli. Fría, inquebrantable, rodeada de seguridad como si eso bastara para mantener a los fantasmas fuera. O para mantenerla a ella dentro.
Isabella Morelli.
La niña que creció entre mármol y amenazas, ahora convertida en una mujer que podía poner a temblar a cualquier hombre con una sola mirada. Y, sin embargo, me miraba a mí como si yo fuera el peligro. Tal vez porque lo era. O porque sabía, en el fondo, que yo también temblaba cuando ella lo hacía.
—Deja de mirarla como si pudieras tenerla —me gruñí a mí mismo en voz baja, reclinándome en el asiento mientras mi mano apretaba el volante con fuerza.
Ella cruzaba el jardín con pasos firmes, su ves