Isabella
No sé en qué momento se me ocurrió que esto sería sencillo. Tal vez pensé que ser la hija del capo me otorgaría algún tipo de inmunidad. O tal vez lo que esperaba era que el peso de la corona fuera solo una formalidad. Pero ahora, con la guerra comenzando a librarse en las sombras, sé que no hay vuelta atrás. Y sé, también, que si quiero sobrevivir, debo dejar de ser la niña que mira el mundo desde la ventana de su lujoso palacio.
Hoy, la reina de hielo se alza, y si mi corazón se rompe, que se rompa en silencio. No tengo tiempo para lágrimas.
La oficina está fría. El aire acondicionado parece funcionar a toda potencia, per