Mundo ficciónIniciar sesiónPodía sentir su respiración cálida deslizándose contra mi cabello, acompasada, tranquila… tan distinta a la mía.
Bajo mi palma temblorosa, el latido de su corazón golpeaba con una calma que me desconcertaba.Yo era todo nervios; él, todo control. —Apenas acabas de llegar… —susurró con voz grave, tan baja que casi se confundía con el crepitar del fuego—. No tienes por qué irte. Quédate aquí. Tragué saliva con dificultad, intentando ordenar mis pensamientos, recuperar dominio sobre mi propia respiración. —Estás ocupado… —musité, mi voz apenas un hilo—. No quiero distraerte. Nora soltó una risa breve, baja y aterciopelada, una risa que me recorrió la piel como una caricia. —No me estás distrayendo. Sentí su mano en la base de mi espalda: cálida, ligera, como un ancla que me retenía sin ejercer presión. La otra, que momentos antes sostenía el libro, se






