Benjamín Davis es el jefe de policía en la ciudad de San Francisco. Un agente entregado a su trabajo. Un hombre dominante en toda la extensión de la palabra y celoso de su privacidad. Pero tras la intervención de un civil en una de sus misiones, se ve obligado a traerlo a casa y cuidar de él. Nick Turner es un joven trabajador, responsable de cuidar de su hermano menor, tras interponerse entre el jefe de la policía y una bala. Se ve obligado a vivir con él. Lo que ninguno de los dos esperaba era sentirse atraído uno por el otro, sobre todo porque Nick descubre el oscuro secreto de Benjamín Davis. Un secreto que los arrastrará en un torbellino de sentimientos y placeres…
Leer másEl chico parpadeó un par de veces, él arrugó el entrecejo al intentar abrir los ojos, la luz de la habitación le hizo gemir, le llevó unos segundos poder adaptarse a la luz, mientras se preguntaba ¿Qué es lo que había sucedido?
El sonido de un disparo se abrió paso por su cabeza y el recuerdo de la bala abriéndose paso por su carne le hizo gemir, un tono lastimero.
—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes? —la voz fuerte y fría le hizo dar un pequeño susto, ladeó la cabeza ligeramente para encontrarse con el dueño de aquella voz. Su sorpresa fue mayúscula al reconocer al jefe de la policía, Benjamín Davis, el hombre por quién él había recibido un disparo.
Y el hombre no parecía nada contento, su mirada le hizo temblar e incluso hizo que la piel se le erizara, él no sabía si era de miedo, o de…
—No estoy muerto —murmuró para apartar los pensamientos de su cabeza mientras el jefe de la policía gruñía como si fuese un animal herido.
Nick Turner se rio de su pensamiento, el único herido aquí era él…
—Afortunadamente, no lo estás. ¿Se puede saber en qué demonios estabas pensando para cruzarte entre esa puta bala y yo? ¿Tienes idea de lo comprometido que eso me deja ante mis superiores? —bramó con enojo.
Nick no pudo evitar sentirse ridículamente tonto y para colmo también se sentía como un niño regañado luego de una travesura.
—Deberías estar agradecido —susurró, sintiendo como el enojo nacía dentro de él por la manera en la que era tratado por el oficial.
—¿Qué?
—¡Te salvé la vida! —gritó y lo lamentó más rápido de lo que pudo imaginar. Una punzada atravesó su cráneo y su herida palpitó bajo su mano como si fuera otro corazón latiendo dentro de su cuerpo.
—Te dije que no te movieras del maldito auto, Nick. ¿Crees que soy tan idiota como para no usar un chaleco antibalas? —preguntó—. ¿Piensas que no iba tan malditamente preparado para cualquier eventualidad? ¡Soy un maldito agente entrenado! —gritó caminando de un lado a otro. Se mesó el cabello y la frustración se acentuó en su rostro.
El joven abrió y cerró la boca, no sabía qué responder. Darse cuenta de que había sido un idiota temerario no lo hacía sentir mejor, todo lo contrario. Le hacía sentir un reverendo imbécil. ¡Por supuesto que Benjamín estaba utilizando un puto chaleco antibalas, ese día estaba en una jodida misión!
Sin embargo, en ese momento él no tuvo tiempo de reflexionar en nada y mucho menos pudo pensar en lo peligroso que podía ser cubrir un cuerpo grande y bien dotado con un cuerpo joven y en desarrollo.
—Entonces, ¿esperas que me disculpe por salvarte? —preguntó mirándolo fijamente.
—No, Nick. No quiero que te disculpes por eso, fue una estupidez de tu parte, pero te lo agradezco —la respuesta de Benjamín dejó pasmado a Nick.
¿Podía alguien ser más agradecido que esto? Realmente el muchacho lo dudaba. Benjamín ni siquiera pudo relajar la expresión de su rostro y su mirada severa lo taladró sin misericordia.
—¿Cómo está Oliver? —preguntó luego de un corto silencio en la habitación.
—El señor Campbell, está bien. Fue dado de alta ayer por la noche.
—¿Por la noche? —repitió como si fuera un idiota. «A ojos de Benjamín Davis lo eres», pensó sin poder evitarlo.
—Sí, tú has dormido dos días y una noche —anunció el oficial.
—¡Demonios, voy a quedarme sin trabajo! —gritó, en el antro donde trabajaba por las noches no se permitían muchas faltas y él estaba en la cuerda floja.
Tenía más de un motivo para estar asustado, tenía muchas cosas que pagar, no podía darse el lujo de perder el trabajo.
—No te preocupes por los gastos del hospital, voy a hacerme cargo de tus facturas, Turner —dijo llamándolo por su apellido. Marcando una línea entre ellos.
—No hace falta, señor oficial, me haré cargo de mis gastos. Después de todo solo he sido un idiota que se cruzó entre la bala y un chaleco antibalas —pronunció con enojo.
Benjamín Davis, no era conocido por su paciencia y mucho menos por ser un hombre delicado. Realmente había querido decir lo que había dicho y no pensaba retirarlo.
Sin embargo, no podía evitar pensar que el chiquillo era un tonto. Un tonto valiente debía reconocer.
—Te he dicho que me haré cargo yo y es lo que haré. Vendré más tarde, ahora tengo que hablar con mi agente que permitió que todo esto sucediera —Por cierto, también cuidaré de ti mientras te recuperas y no acepto un no por respuesta. Es mi obligación.
—¿Obligación? —preguntó sin poder evitarlo.
—Soy un hombre responsable de mi equipo, Turner, y fue culpa de mi escuadrón que Maya Campbell disparara contra un civil.
—¡Un civil mis pelotas! ¡Esa mujer te disparó a ti!
—Pero fuiste tú quien salió herido. Vendré a verte por la tarde —dijo antes de marcharse.
Nick sintió un profundo enojo. Primero: consigo mismo por exponer su vida tan tontamente y segundo: con Benjamín Davis, por tratarlo como un idiota.
—Parece que estás sosteniendo una bomba —dijo Benjamín, sonriéndole desde donde estaba apoyado contra la columna.Nick lo fulminó con la mirada.—No es una bomba, es una jodida pistola —refutó el muchacho con molestia.Benjamín negó, se acercó a él hasta colocarse a su espalda.—No te he escuchado quejarte ni una sola vez cuando sostienes mi pistola en las manos —le susurró.Nick le dio un codazo entre las costillas que provocaron que el jefe de la policía se carcajeara.—No te quejes, cariño, esto lo decidiste, tú no yo —le recordó Benjamín.Nick dejó escapar un suspiro.Exactamente, había sido él quien le solicitó que le enseñara a disparar y dar clases de defensa personal, Nick quería aprender a defenderse en caso de llegar un día a necesitarlo, pero también quería enseñarle a Brooke todo lo que aprendieran, sin saber que Richard se había tomado muy en serio su papel de custodio personal.—Presta atención, Nick —dijo Benjamín, cogiendo una pistola de la mesa, apuntó el objetivo y s
Nick corrió por los pasillos del hospital, cuando el médico le llamó, por un momento llegó a pensar lo peor, Benjamín no había despertado en muchas semanas y pensó que… El muchacho negó, no tenía sentido recordar lo que se había llegado a imaginar. Lo importante era que Benjamín había despertado y estaba completamente fuera de peligro.El corazón de Nick latía acelerado como una locomotora a toda velocidad y solo se detuvo frente a la puerta de la habitación a donde había sido trasladado Benjamín.El joven miró la barrera que lo separaba del hombre.—¿Qué pasa Nick? —preguntó Steven llegando junto a él.—No lo sé, no sé qué voy a decirle —susurró.—¿Sigues molesto con él? —cuestionó el rubio.Nick se encogió de hombros…Debía admitir que le había dolido terriblemente el engaño de Benjamín, la poca confianza que le había tenido, pero… ¿Qué podía esperar?Benjamín era el jefe de la policía y lo que hizo fue parte de su trabajo, se infiltró en una organización que pudo terminar con su vi
Nick sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, abrió los ojos y se dio cuenta de que se había quedado dormido en el piso, con el rostro pegado a la puerta.Aquella puerta que golpeó y pateó para que se abriera, aquella puerta que lo retenía en el sótano, lejos de Benjamín.—No te atrevas a dejarme —susurró con la nota aferrada en su mano.Nick se puso de pie, estaba agarrotado por la posición en la que se había quedado dormido toda la noche, pero poco le importó, él solo quería salir de ahí y buscar a Benjamín, asegurarse de que estuviera bien.—¡Benjamín! —gritó.Nick golpeó la puerta un par de veces, gruesas lágrimas se derramaban de sus ojos y sus nudillos estaban rojos a punto de sangrar.—Abre la puerta, ¡déjame salir! ¡Benjamín! —gritó—. Abre la maldita puerta —sollozó.Nick se dejó caer al piso, se recargó contra el metal y esperó, esperó, no supo cuándo tiempo, el silencio de la habitación era su única compañía, sus sollozos fueron apagándose, mientras deja escapar un par de su
Benjamín sostuvo el cuerpo de Nick antes de caer al piso, acarició las mejillas del muchacho y limpió la traviesa lágrima que rodó de sus ojos.—Lo siento, Nick, lo siento tanto, pero todo esto ha sido necesario, no puedo exponer tu vida, no podría vivir sabiendo que pude hacer algo y no lo hice. Fui un tonto, debí tenerte más confianza y contarte la verdad. Pero tomé decisiones apresuradas, solo pensé en ponerte a salvo. Esa ha sido mi culpa —le susurró al oído mientras dejaba un beso en los labios cerrados del muchacho.Benjamín lo llevó al sillón, para buscar algo con que cubrir el cuerpo de su joven amante.—Tengo que sacarte de aquí, Nick, o todo se irá a la mierda y tú no mereces vivir con miedo y tampoco vivir huyendo —continuó, antes de echárselo al hombro y buscar una salida de emergencia.Sin embargo, la suerte no estaba de su lado, Benjamín maldijo al escuchar la voz de su padre dirigirse a él.—¿Qué es lo que haces? —preguntó Franklin cortándole el camino.—Salvándote el t
Tres meses, tres putos meses, habían pasado desde que Benjamín se había unido al grupo criminal de su padre.Tres meses desde la última vez que había visto a Nick y eran sin duda los tres meses más desastrosos de su vida, un infierno al que pronto iba a ponerle fin.—No sé por qué sigues poniendo trabas a la boda, Benjamín —dijo Franklin molestó por la nueva negativa del ex jefe de la policía para casarse con Claudia Robinson.—Quizá porque te he demostrado en tres meses lo efectivo que soy actuando solo, haciendo las cosas a mi manera. ¿De verdad necesitas que me casa con ella? —preguntó mientras se bebía un trago.Benjamín y Franklin se habían citado con George Robinsón en el antro que él estuvo investigado meses atrás en el caso de Brooke Gibson, por lo que asumió que el hombre con quien se encontraría no era otro que Gary Astor, el dueño del antro.—Le di mi palabra a George y no voy a romperla…—Por favor, papá, a otro perro con ese hueso. Tú sabes que no lo necesitas, estoy al f
«Se ha marchado»«Se ha marchado»«Se ha marchado»Benjamín sintió que su mundo estaba hundiéndose bajo los pies, por un momento no supo qué decir y qué pensar. Sin Nick esta casa no sería jamás la misma, pero la vida de Nick era mucho más importante que el dolor que sentía en ese momento.—Es lo mejor —murmuró.—¿De qué mierd4 estás hablando? —le cuestionó Steven—. Creí que Nick era diferente.—Nick es diferente de todos los hombres que he conocido en mi vida, Nick es la única persona por la que yo iría al infierno —aseguró Benjamín con decisión.—Entonces no comprendo lo que quieres decir.Benjamín miró a su primo.—Dime que tú no tienes nada que ver con lo que pasó.Steven arrugó la frente.—Si tienes algo que decirme, dilo y no juegues conmigo a los acertijos, ninguno de los dos es un niño para evitar hablar con las pelotas bien puestas —gruñó Steve.—Mi padre encontró a Nick y ha estado vigilándonos todo este tiempo, el muy canalla se hizo con mi arma persona y es el cañón que am
Último capítulo