Mundo ficciónIniciar sesiónEl mundo se contrajo a ese vórtice de sensaciones: sus manos explorando, posesivas e implacables; sus bocas marcando territorio con besos que dolían de placer; sus cuerpos envolviéndome en una red de calor y dominio.
—No soporto verte llorar —confesó Nuriel con una mordida juguetona en mi cuello, succionando hasta dejar una marca rosada—. Pero dioses, estás divina enojada. —A mí me encanta verte llorar —agregó Nora en un susurro pecaminoso, besando la lágrima solitaria en mi mejilla antes de descender a mi mandíbula—. Pero solo en nuestra cama. Solo para nosotros. Sus palabras fueron el detonante final. Mi cuerpo se rindió por completo, un temblor traicionero me recorrió mientras Nora me devoraba la boca con renovado hambre, su lengua exigía sumisión absoluta. Nuriel, pegada a mi espalda, deslizó sus manos bajo la bata fina, sus palmas cálidas abriéndose camino por mi vientre d






