Mundo de ficçãoIniciar sessãoÚltimamente, Angel había sido mi pequeño refugio.
Pasábamos tiempo juntos durante mis lecciones de música. Él tocaba con una destreza admirable y tenía la paciencia suficiente para enseñarme a mí, que apenas conocía las notas. Su voz suave lograba disipar cualquier frustración que surgiera al equivocarme. Eran esos raros momentos en los que encontraba verdadera paz, un instante de respiro en medio del caos del palacio. Sus aposentos no estaban lejos del comedor, así que llegué en cuestión de minutos. Pero al acercarme, noté algo extraño: la puerta estaba entreabierta. Me detuve en seco. Angel siempre cerraba con cuidado, incluso cuando solo salía por un instante. Aquello no era normal. Un escalofrío recorrió mi espalda, pero la curiosidad pudo más. Di unos pasos cautelosos y, desde la rendija, observé el interior. Allí estaba Angel, de pie, con el ceño liger






