Mundo ficciónIniciar sesiónNo sabía cuánto tiempo había pasado.
Los días se confundían entre sí, desdibujados en una niebla espesa de incertidumbre y desesperanza. El mundo se me había vuelto ajeno, distante; y yo misma me sentía como un reflejo borroso en un espejo roto.La noción del tiempo había dejado de importarme. Lo único constante era esa angustia, clavada en mi pecho como una garra imposible de arrancar. Intenté ver a Catherine muchas veces.Una, dos… perdí la cuenta.Siempre me negaban la entrada con la misma frialdad impersonal, repetida en cada guardia, en cada rostro. Decían que las órdenes eran claras, que las visitas estaban prohibidas. Insistí, rogué, supliqué. Pero fue inútil. Aquí nadie desafiaba a las máximas autoridades. Nadie se atrevía. Ni siquiera yo, aunque lo deseara con todo mi ser. Hasta que, un día, la respuesta cambió.Fue peor que cualquier negativa previa. Con una indifere






