La trama sigue a Gregory y Andrew dos universitarios de 20 años de la universidad más prestigiosa de la ciudad, donde se encuentran por pura casualidad sintiendo atracción el uno por el otro. Poco a poco, los dos jóvenes empiezan a conocerse de maneras curiosas y divertidas, pero Andrew es un misterio para Gregory ya que es difícil saber si tiene sentimientos verdaderos o es solo un joven distante con problemas para socializar. Las acciones y conflictos hacen de esta historia una aventura más llena de amor, problemas y peleas.
Leer másDurante la temporada de inscripciones de la temporada de otoño, estaba claro de que todo iba a ser menos divertido para mí. Era una nueva etapa de mi vida, mis padres estaban contentos después de haber aceptado mi decisión de querer estudiar en una de las universidades de “alto renombre”. Era una universidad reconocida por sus reglas estrictas y donde el uniforme era el más "cool" de todos. El simple pero poco favorable hecho de usar el uniforme clásico ya para todos parecía una molestia difícil de tolerar. De seguro nos querían humillar si lo llegábamos a usar de las formas más inapropiadas e incorrectas.
Me sentía como un niño a pesar de que ya tenía mis veinte años, en las inscripciones siempre hacían filas largas y mi padre, como toda buena persona que es, me pidió que esperara en el auto. No quise hacerlo, porque él no iba a aguantar quedarse solo por horas. Detrás de mis quejas, habían una y varias razones para no dejar a mi padre solo en esa larga fila. Me bajé del auto y fui a averiguar cómo iban las cosas, y en eso, observé a un muchacho que estaba detrás de mi padre con otras personas que también estaban detrás suyo.
Me acerqué y lo saludé de manera amable. Su nombre era Loui.
—Hey. —acerqué mi mano y le saludé.
—Hola. —él miró mi mano extrañado. —¿Qué le pasó a tu mano? —me miró confundido.
—Oh, —miré de manera confundida, mi mano. —sólo es un saludo, ¿sabes? —el joven sonrió y acercó su mano.
—Si eso es así… —mostró una sonrisa. —mucho gusto, ¿cómo te llamas? —apretó su mano con la mía amablemente.
—Gregory… —dije sonriendo. —Gregory Zadkiel. —él se mostró sorprendido en cuanto pronuncié mi apellido.
—Asombroso apellido, —su sonrisa se mantuvo, sintiéndose contento por aquello. —mi apellido delata que soy italiano, además de mi cara. —dijo de forma irónica.
Ambos nos reímos por ello, no lo había notado. Pero mientras conversábamos un poco, la fila se hacía más corta y parecía que no estaríamos tan aburridos. Mi padre se emocionó porque ya pronto nos iba a tocar nuestro turno, Loui estaba igual de emocionado que nosotros, él no iba solo, su madre lo acompañó y digamos que entre mi padre y la madre de Loui nos estábamos llevando muy bien.
Lo bueno fue que por fin nos atendieron e hicimos todo el proceso que requería la “prestigiosa” universidad. y cuando finalizamos, Loui y yo intercambiamos nuestros números de teléfono. Mi padre hizo lo mismo con la madre de Loui, y nos fuimos de allí.
Supe en ese momento que mis clases en aquella universidad estarían a nada de comenzar. Digamos que, los nervios me ganaron y la nueva sensación de empezar, estaba seguro de que buscaría dar mi máximo esfuerzo.
Pero todo esto cambió cuando conocí a quién se iba a convertir en mi “imposible” amor de universidad. De seguro iba a ser especial, pero no sabía nada de él ya que, sólo intercambiamos miradas y nos fuimos cada quién por su lado.
Siete meses después… El silencio llegó a mi vida de una manera tan veloz, que me lo tomé como si aquello fuera lo que me estaba dando la bienvenida de alguna u otra forma. No había nada más que eso, silencio en una habitación donde antes dormía plácidamente, y ya no tendría que salir de allí hasta por lo menos, un par de meses después. Los objetos que les obsequiaron a los graduados, incluyéndome, estaban guardados en una parte secreta de mi armario. Las fotografías grupales no podían faltar. Era bonito el tener que recordar aquello. Habían pasado unos seis o siete meses desde que ocurrió la famosa graduación, y fue el momento más difícil de olvidar para mí. Andrew me había hecho sentir en el cielo en ese preciso momento. Nunca me había sentido tan contento desde ese día, pero como todo lo bueno que vivimos, ya suponía que al
—Ve al baño… —escuché el susurro estar casi directamente en mi oído. —te esperaré allí. —escuché que se levantaba de la silla y se iba alejando lentamente. El impulso me ganó, y claro, ¿a qué tipo de ser humano se le ocurriría la incompetente idea de estar allí en un baño en el día más importante de su vida? Sí, a mí. Pedí permiso para levantarme y entre la multitud de los estudiantes logré salir de aquel enorme espacio donde estaba, ya que era donde la graduación tuvo lugar y busco con la mirada donde se encontraban los baños. Y veo una luz parpadeando precisamente donde estaban estos anteriormente mencionados. Escuchaba la voz de Andrew llamarme, y no podía dudarlo ni por un segundo; pensaba que me estaría pidiendo algo, tal vez estaba pidiendo ayuda. Aún así, corrí y veo que entre los faroles habían algunas mariposas monarca volando alrededo
Las cartas de Andrew que alguna vez me escribía y obsequiaba, dejé de recibirlas. Por alguna razón que jamás llegué a entender, me parecía un poco extraño en todo el sentido anglosajón de la palabra. A veces, incluso algunos días, ya no obtenía respuesta de él. Sólo podía estar pensando en qué estaría ocurriendo con él. Pero jamás llegué a saberlo. Nunca supe que le pasó. Al final del día, y después de que empezamos el último semestre. Noté a Andrew caminar solo por uno de los pasillos de la universidad, algo le ocurría, con su grupo con el que una vez estuvo ya no había nadie a su alrededor. Probablemente signifique algo, por supuesto que nunca me atreví a preguntarle si estaba bien. Fue un error que más tarde acepté y que debí haber tomado acción en el momento. —Relájate. —escuché la voz de Loui acercarse a mi oído y acarició mis cabellos.
Estaba concentrado en aquel examen de álgebra, intentando recordar cada fórmula que había estudiado la noche previa cuando Andrew se ofreció a ayudarme con aquellas fórmulas que no lograba entender. Pero así como quería concentrarme, obtener un diez por mi calificación y merecido esfuerzo; un recuerdo estilo sueño lúcido me hizo distraerme por un par de minutos. Y fue precisamente aquel recuerdo de Andrew tocándome los hombros como si de un masaje se tratase. —¡Rayos! —fue lo que le decía cuando sentí su mano tocar mi hombro izquierdo y apretarlo con cierta ligereza. —¿Te duele mucho el hombro? —él acercó su otra mano y comenzó a acariciar suavemente el área de donde provenía el dolor y comenzó a darle golpecitos suaves hasta que sentía que me estaba aliviando de alguna forma.
—¿Hay algo que te preocupa? —la voz de Andrew me sacó repentinamente de mis pensamientos por un momento.—No, por el momento… no. —disimulé lo más que podía pero al tenerlo enfrente de mí, no me era nada fácil.—No eres bueno diciendo la verdad. —sus palabras me hicieron abrir un poco más los ojos, prestando atención y notando que era cierto.No le estaba diciendo la verdad, y él tenía razón. Y por supuesto que no podía mantener el contacto visual con él. Su forma de mirarme, ya parecía como la de un robot, pero aún así Andrew trataba de comportarse como un humano enfrente de mí y me demostraba sus sentimientos como si fuera el hombre m
—Yo suponía que esto iba a ser difícil para ti. —me decía Andrew con un tono de voz bastante serio pero manteniendo el realismo en cada palabra. —Quiero que sepas que con esas cartas que te enviaba y escribía era para revelarte lo que realmente quería tener contigo. —decía mientras se acercaba a mí, arrodillándose y poniendo su mano sobre mi rodilla. —No voy a dejarte de lado, —su mano acarició mi rodilla y observé cómo sus dedos hacían ese suave movimiento. —te hice una promesa, ¿cierto? —yo levanté la mirada y asentí. —Pues voy a cumplirla. Voy a cumplir con mi promesa. —se acercó a mis labios y me dio un suave pero apasionado beso sobre ellos. Aquel alivio que sentí en mi pecho supuse que sería gracias a él. Ése amoroso detalle de dejarme una carta tras otra, fue sin lugar a dudas; uno de los mejores detalles que podía hacer. Y para ser más
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