Capítulo 59. La Soga al Cuello.
La llamada anónima sobre el rosal de las peonías había sido el golpe de gracia para la ya frágil estabilidad de Amelia. No había encontrado nada, pero la amenaza, el detalle específico del jardín de la nueva mansión, era demasiado real.
La línea entre la paranoia y la realidad se desdibujaba con cada hora que pasaba. La boda se acercaba en el calendario, un día que prometía felicidad pero que Amelia sentía como una sentencia. Sus trillizos pateaban con más fuerza, recordándole la urgencia de su situación.
En la mañana, mientras Noah estaba en el centro de Boston ultimando los detalles de una nueva inversión, Amelia decidió actuar. No podía seguir sentada, esperando que la verdad la alcanzara. Su primera parada fue el estudio de Noah.
A pesar de todas las cámaras de seguridad que él había instalado, conocía sus rutinas. Sabía que Noah guardaba algunos documentos importantes en un compartimento secreto detrás de una librería antigua.
Se decía que era un mecanismo de seguridad familiar,