Capítulo 60. El Nombre Prohibido.
La tensión en la mansión era un hilo invisible, pero palpable. Amelia se movía entre la planificación de una fuga secreta y los rituales diarios que la unían a Noah, cada uno un acto de una obra que solo ella creía estar interpretando.
La cita con el obstetra ese martes se sentía como un alivio temporal, una burbuja de normalidad en un mar de sospechas.
Habían acordado mantener el sexo de los trillizos en secreto, una sorpresa hasta el final, pero la ansiedad de Noah por ser padre era una corriente subterránea que Amelia sentía con cada mirada suya al vientre de ella.
—¿Estás lista, Amelia? —preguntó Noah esa mañana, con voz inusualmente suave y, sus ojos fijos en ella mientras desayunaban. Tenía esa expresión de anticipación que le era tan característica cuando se trataba de algo que realmente deseaba. —Sé que dijimos que sería una sorpresa, pero… —se detuvo, mirándola con una mezcla de súplica y esperanza—, ¿y si le pedimos al doctor que nos lo diga hoy? Solo para nosotros. Es que..