Capítulo 81. La Verdad.
La mansión Koch rebosaba vida. El eco de los balbuceos de Gabriela, Sofía y Mateo marcaba el ritmo de sus días con una melodía constante.
Las semanas se habían convertido en un dulce caos y Amelia y Noah se habían adaptado con sorprendente gracia a la maravillosa y agotadora realidad de la paternidad con trillizos.
Al final de la tarde, cuando los bebés dormían la siesta y la casa recuperaba un efímero silencio, Noah invitó a Amelia a sentarse en el salón, bajo la luz suave que se filtraba por los ventanales. El ambiente era tranquilo, pero Amelia percibió una seriedad inusual en su mirada.
—Amelia, mi amor —comenzó Noah, tomando su mano con ternura—, hay algo de lo que necesitamos hablar. Algo que mereces saber sin secretos ni mentiras.
Amelia lo miró con curiosidad.
—¿Tiene que ver con Amaloa o con Enzo? Creí que habíamos hablado de todo eso.
—No precisamente sobre ellos —suspiró Noah, ahogado por viejos remordimientos—. Es sobre Sarah. Sobre su vida... y sobre cómo Amaloa lo utiliz