Capítulo 58. Ecos en la Pared.
La primera semana en la nueva mansión fue un tormento silencioso para Amelia. Cada crujido de la madera, cada sombra alargada al anochecer, se convertía en una confirmación de sus peores temores.
Noah, ajeno a la red de sospechas que la asfixiaba, se esforzaba por hacer de la casa un hogar. Recorría los pasillos con los planos en la mano, hablando de la cuna triple que encargarían, del cuarto de juegos, de los sistemas de seguridad de última generación que se estaban instalando.
—Amelia, ¿te gusta la vista desde esta habitación? —preguntó Noah una tarde, abriendo las cortinas de la que sería la habitación de los trillizos.
El sol de Boston inundaba el espacio, pero para Amelia, la luz solo revelaba más detalles que alimentarían su paranoia.
—Es... bonita, Noah —respondió ella, su voz apenas un susurro. Sus ojos no se detuvieron en la vista, sino en un pequeño panel digital junto a la puerta.
«Un nuevo control de acceso», pensó. Noah lo explicó con entusiasmo:
—Es para el personal de s