Dos días después de la sentencia, el mundo de Gabriele cambió otra vez. Pero esta vez no fue con críticas, ataques, ni con titulares en tinta negra, ni con jueces de toga oscura. Fue con una verdad sanadora, pura y expresada con claridad.
Un rostro bellísimo y exquisito frente a una cámara. Una voz que, por primera vez, ya no dudaba. El reportaje de Lorenza Vieri salió a la luz en la brillante mañana de un jueves, un día que se volvería inolvidable. Gabriele lo vio desde su habitación. El video comenzaba con él, sentado, junto a un ventanal de su casa, con la luz dorada que se filtraba sobre su piel delicada. No hubo efectos ni dramatismos. Solo declaraciones. Una tras otra, las palabras que él había dicho en esa entrevista empezaron a circular por redes sociales, noticieros y blogs. Su historia. Su verdad. Sin manipulaciones, sin distorsiones. Esta vez, el mundo lo escuchaba con el corazón abierto.
Los mensajes empezaron a llegar y se convirtieron en tendencia. Primero unos pocos, lu