—¿Qué haces? —pregunta ella con la voz ligeramente temblorosa, en un susurro apenas audible, como si temiera despertar algo dentro de sí.
Konstantin no responde de inmediato. Se gira lentamente, con sus ojos ahora mucho más oscuros, y la mira como si ella fuera el centro de su universo.
—No termino —fue todo lo que dijo.
Se acercó con pasos decididos, pero sin brusquedad. Como un lobo que ya sabía que la presa no huiría.
Kira retrocedió un paso, y otro, hasta que sus caderas chocaron con el lavamanos. Sintió el frío contra su piel, Konstantin avanzaba como una tormenta de verano imposible de detener.
—Konstantin… —dice con voz rota, un intento de advertencia.
—Yo solo tengo ganas de ti y no quiero "perder esta oportunidad" —susurra, ya frente a ella—. ¿Por qué tengo que hacer siempre lo que me pides si ni siquiera te caigo bien?
Ella no dijo nada.
Solo lo miró, con los ojos más abiertos que su voluntad.
Y eso le bastó.
Con un movimiento fluido, Konstantin colocó sus manos en su cintur