Saborear un vino

Después del almuerzo, algunos de los familiares comenzaron a levantarse para caminar por el jardín. Dimitri charlaba con su nieto y los gemelos, y la música clásica que sonaba en parlantes ocultos cambió a una melodía más suave, con un aire de vals. Fue ahí cuando Konstantin tomó la copa tomo un sorbo lago y luego la dejó sobre la mesa.

—Baila conmigo.

—¿Estás loco?

—Sí, por ti. Vamos, están todos mirando. Les encanta.

—No voy a hacerlo.

—¿No te das cuenta? Mientras más creíble parezca esto, más rápido terminaremos este teatro. Vamos, una pieza.

La tomó de la mano antes de que ella pudiera protestar, y la arrastró suavemente hacia la pista improvisada en el centro. Ximena y su esposo ya se mecían con gracia, y los ojos comenzaron a posarse en ellos. Kira quería morirse. Konstantin colocó una mano en su cintura, justo donde sabía que ella era más sensible, y la otra la mantuvo unida a la suya.

—No me mires así —le susurra con una sonrisa ladina—. Baila. Solo sígueme.

Y ella lo hizo. Co
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