En el interior, Hugo ya tenía el equipo técnico trabajando. Habían tomado el control del piso nueve, cortado la electricidad de respaldo y conectado una línea directa a su sistema remoto.
—Tenemos acceso a los fondos de transferencia, rutas de envío de dinero, y contratos legales —informa uno de los técnicos rusos—. Todo lo que necesitamos para exponer a Satoru ya sus aliados.
—¿De qué sirve todo eso si no nos da la ubicación de Kira? —pregunta Konstantin.
—Nada directa. Pero hay documentos en japonés sellados con su nombre. Al parecer, alguien marcó un matrimonio oficial hace poco. Pero aún estamos traduciendo.
—Satoru la forzó a casarse. Maldito hijo de puta.
— ¿Es lo que planeó? —pregunta Matías.
—Enviaré esto a los contactos en Interpol. Si logramos reconocer a Satoru como un jefe criminal, será más difícil para él moverse. Pero no podemos esperar. Hoy, cuando Iandra cante, quiero estar de vuelta en Moscú con todo el mapa de sus movimientos en Japón.
—¿Y si no canta?
—Entonces har