La sirvienta de Satoru entra para llevarse los platos sucios y dejar más pescado. Kira se sirvió la tercera copa de sake con manos temblorosas tomó la navaja pequeña y la guardó en su espalda dentro de su ropa interior. No era por miedo… al menos eso quería pensar. Era la acumulación de cansancio, rabia contenida, y la ansiedad que le roía el alma desde hacía días. Si él se le acerca puede tener la opción de degollarlo.
Satoru en ese momento la observa desde el otro lado de la plancha con los brazos cruzados, en silencio. El sushi en su plato ya se había enfriado.
Kira presionó los puños con fuerza sobre la mesa baja, el cristal de la copa de sake vibraba ligeramente por el temblor de sus manos. No sabía si era la rabia o la impotencia, pero algo en su interior ardía, y no era el alcohol. Quiere salir de allí.
Satoru no dijo nada al principio. La contempló en silencio, con esa expresión estoica que solo se quebraba cuando hablaba de poder, de control… o de ella.
—Eso ya no se bebe así