Catalina despertó abruptamente, su cuerpo tenso como una cuerda a punto de romperse. La sensación de ser observada la mantuvo inmóvil un instante, escuchando el silencio apenas roto por el roce del viento. Sus ojos se dirigieron hacia la ventana entreabierta. Las cortinas, livianas, se mecían con suavidad, como un suspiro. Por un momento, creyó ver una sombra deslizarse afuera, pero no logró distinguirla con claridad.
Sin pronunciar palabra, se incorporó descalza, sintiendo el frío del suelo bajo sus pies. Cada paso la acercaba a la mesa donde había dejado sus pocas pertenencias. Allí, sobre la superficie de madera, reposaba un papel que no estaba antes. Lo tomó con dedos que no podían ocultar el temblor.
El emblema frente a ella era tan simple como amenazador: un círculo negro atravesado por una línea blanca, y debajo, la leyenda que le heló la sangre: Orden Umbra.
Volteó el papel y leyó la amenaza escrita al reverso:
"Isabella fue la primera. Sigues tú."
Un estremecimiento le recorr