59. Volveré a verte, ángel.
Cuando la monja los había hecho sentarse frente al escritorio, Dimitry una vez más había entrelazado sus dedos provocando que su corazón latiera deprisa bajo su pecho. Tarah le dio una mirada de reojo pero él no se la devolvió con la vista fija en la monja como si fuera muy natural tomarla de la mano, ella trató de liberarse de su agarre pues se sentía incómoda pero él no la dejó ir, como siempre.
La mujer frente a ellos hablaba hasta por los codos irritando notablemente a Dimitry.
Satarah podía verlo en su cara y hubiera resultado divertido. Si no quisiera volver al lugar.
—Me encargaré de hacer llegar todo —dijo abruptamente Dimitry callando a la mujer de una vez por todas—. Pero necesito saber sobre la niña con la que estaba mi esposa.
Tarah no puede evitar observarlo con sorpresa porque no se esperaba que le importara Ava. De hecho. ¿Por qué le importa?
Se preguntó Satarah.
La monja pareció un poco reticente, sin embargo, el que Dimitry cumpliera con la lista era más jugoso que gua