55. Disociada
Valerik permanecía sentado en una silla al lado de la cama de la mini clínica de los Romanov, aún seguía manchado de sangre porque desde que la había traído no había podido separarse de Rashel. La veía con una mezcla de devoción, culpa y odio hacia el que le había causado aquello. Cada vez que ella cerraba los ojos, su respiración se aceleraba temiendo perderla.
Le habían pedido permiso para curarla y se había mantenido semiconsciente mientras lo hicieron pero ella simplemente había dejado que Fedorov y una de las enfermeras lo hiciera.
No había hablado pero tampoco se había apartado.
—Haz lo que haya que hacer, Fedorov —habló Dimitry completamente tenso—. Pero que hable. Que diga algo.
Fedorov negó con la cabeza y habló en voz baja.
—Está estable, pero en shock. Está… disociada. No la fuerces a hablar. Hay que dejar que el cerebro encuentre el hilo. Le he dado sedantes moderados. Le suturé la cabeza, cerré las heridas superficiales. La pérdida de sangre está controlada. No encontré má