‘’Quiero irme a casa. Por favor.’’

Las palabras salieron de sus labios se repitieron en la cabeza de él un hilo de voz tan débil que casi se perdió entre el olor a pólvora y el zumbido de las luces rotas.

Valerik sintió que algo dentro de él se rompía.

—Princesa… —murmuró inclinándose hasta su oído—. Te tengo, te sacaré de aquí. ¿Te duele algo? ¿Te sientes mal?

Valerik hizo un recorrido rápido por su cuerpo, notando que sus muñecas estaban rojas, llenas de sangre. Apretó su mandíbula tratando de calmar la ira que dominaba su cuerpo en ese momento.

Se aferró a ella con una desesperación que no había mostrado nunca, ni siquiera en los peores infiernos de la Bratva.

—Ya estás a salvo —repitió como si con decirlo bastara para volver a la realidad—. Estoy aquí, ¿Me oyes? Estoy aquí.

La besó la frente, los párpados, y el cabello.

Ella estaba fría, demasiado fría.

Dimitry observaba desde el otro lado, con el rostro duro, la mandíbula tensa.

Marco y Gian acababan de llegar pero no pronunci