17. Soy vengativa
Polina sostuvo el teléfono con más firmeza en su mano apretando la mandíbula mientras escuchaba la voz de el interlocutor al otro lado de la bocina y leía los papeles que había recibido esa mañana.
—¿Está seguro de eso?
—Sí, señorita Zakharova. En efecto, la hipoteca está paga.
Ella tiró los papeles a la mesa y se llevó una mano al cabello removiéndolo molesta.
Evidentemente Marco había pagado la hipoteca de su casa, sin consultarle, sin siquiera avisarle que iba a hacerlo.
—Gracias, señor Markov.
Espero a que el hombre se despidiera y colgó el teléfono.
La noche anterior, Marcos se había quedado con ella ayudándola a ordenar su pequeña casa cargando las cosas pesadas aunque ella le había dicho que podía ocuparse sola pero no habían hablado de la hipoteca o de nada parecido.
Su casa era su logro.
No quería que nadie interviniera, mucho menos Marco, más aún cuando sus palabras seguían resonando en su cabeza.
Estaba harta, no quería ser su amante, pero tampoco podía confesar exactament