16. Mi mujer
—No debiste hacer eso, probablemente ahora todos se enteren en la oficina que algo está pasando entre nosotros.
—Que se enteren, no me importan las habladurías. Aunque pensé que confiabas en ese bastardo.
Por un momento, ella se quedó rígida al escucharlo.
—No lo llames así, Brody es un amigo que vino a ayudarme.
—No debiste pedir ayuda a él, me tienes a mí.
Ella se maldijo por ser tan débil solo con unas simples palabras, pero fingió.
—¿Quieres algo de beber? Solo tengo jugo, debo hacer compras, como imagino que sabes, acabo de mudarme.
—Lo único que quiero es a ti —afirmó con voz enronquecida.
Ella sintió como su corazón saltó ante aquella confesión, pero se quedó en silencio por un momento demasiado temblorosa como para hablar, pero después trató de centrarse en los sentimientos de miedo que estaban poseyéndola.
—¿Qué haces aquí? Pensé que habíamos dejado claro todo hace meses.
Polly sintió escalofríos recorrerle la espalda, podía sentir su mirada sobre ella, aunque no se atrevier