Cuando Paula Green descubre que su esposo la ha engañado con otra mujer… y espera un hijo con ella, su mundo se desmorona públicamente. Humillada y decidida a alejarse de esa vida, busca refugio lejos del escándalo. Pero una noche de caos, confusión y deseo la lleva directo a la habitación equivocada… y a los brazos de un desconocido que no la olvida. Santiago Soler ha regresado al país con un objetivo claro: vengar a su abuelo, injustamente encarcelado por un hombre poderoso. Sin embargo, sus planes se tambalean cuando descubre que la mujer que lo trastorna, con la que vivió una noche inesperada y que ahora ronda en sus pensamientos, no es otra que Paula, la nieta de su enemigo. Entre la atracción, el rencor y la lealtad a sus heridas, ambos quedarán atrapados en una encrucijada donde nada es lo que parece… y donde el amor podría convertirse en la traición más peligrosa de todas
Leer másCapítulo 1: Feliz aniversario, querida Paula
La música del cuarteto de cuerdas llenaba la sala de cristal en el hotel Imperial con una elegancia tan medida que Paula sintió que incluso sus pensamientos debían vestirse de gala. Todo brillaba, desde los cubiertos dorados hasta las sonrisas falsas de los invitados que se turnaban para felicitar a su esposo por los dos años de matrimonio ejemplar.
Paula sostenía su copa de champán como un ancla. Llevaba un vestido rojo escarlata que su estilista había definido como "letalmente sofisticado" y que ella había elegido con la esperanza, nunca del todo consciente, de recordarle a Rodrigo que seguía siendo la misma jovencita ardiente de la que se enamoró dos años y medio atrás.
O, al menos, que seguía siendo infinitamente más exquisita y mejor que la mayoría de las que él miraba por encima del borde de su vaso de whisky cada vez que pensaba que su esposa no lo veía.
-- Te ves preciosa – le susurró Rodrigo al oído mientras saludaban al presidente de su empresa.
Paula sonrío en respuesta y pronuncio un "gracias" confuso. No dijo lo que realmente pensaba: que su perfume olía diferente, que su risa sonaba ensayada, y que el reloj caro en su muñeca era uno que ella no le había regalado, algo extraño pues en los dos años y medio que lo conocía, la única que le hacia ese tipo de regalos era ella.
Durante la cena, Paula hizo lo que había perfeccionado con los años, sonreír sin apretar los dientes, reír en los silencios incómodos y no mirar demasiado tiempo a nadie, por si acaso alguien se atrevía a reflejarle la verdad.
Pero cuando menos lo esperó, aquello a lo que más le temía se hizo realidad.
Y fue en ese momento, cuando llegó la amante de su esposo Lucia.
Una mujer mayor que ella, de unos treinta años con un vestido que parecía haber sido tejido con provocación pura. La mujer se acercó a la mesa principal con una seguridad que pocas tendrían. Llevaba una copa en la mano y una sonrisa seductora en los labios. La mayoría pensó que era una invitada más del círculo moderno y desinhibido de Rodrigo, por lo que nadie se sorprendió de verla tan cerca de él. Paula, sin embargo, lo supo.
-- Perdón – le dijo la joven, alzando su copa. -- Solo quería brindar por el hombre que me cambió la vida… y el que será el padre de mi hijo – luego bebió todo el contenido de su copa de un sorbo mientras que su mirada estaba fija en Rodrigo... el disque esposo ejemplar.
El silencio fue tan abrupto que hasta los violines dudaron si debían seguir tocando, pero el maestro de ceremonia sabiendo lo que podría pasar no dejo que eso ocurriera obligándolos a seguir con la melodía.
Rodrigo escupió su vino apenas escucho aquellas palabras. Paula en cambio lo miró con una calma tan muerta que dolía.
-- Supongo que eso significa que no habrá pastel – dijo Paula muy segura, dejando la servilleta sobre la mesa con una gracia letal, sin apartarse de su papel de señora.
Se levantó lentamente, y nadie se atrevió a detenerla. Ni siquiera Rodrigo, quien tenía una mirada culpable en el rostro, no la detuvo ni la amante, ni los invitados que ahora buscaban refugio en sus celulares.
Paula caminó como una reina destronada, con la dignidad de quien ha estado esperando demasiado tiempo su momento de huir.
Paula no recordaba exactamente cómo salió del salón y llegó al lobby del hotel, ellos habían reservado una suite imperial para celebrar su segundo aniversario, pero no estaba segura si debía esconderse ahí, o solicitar otra mientras intentaba olvidar la vergüenza que su esposo le había hecho pasar.
Antes de darse cuenta, ya estaba en la recepción, dando su apellido de soltera y aceptando la lleva de otra habitación. No supo cómo llegó hasta allí, solo sabía que estaba en una hermosa suite con vistas a toda la ciudad, una botella de vodka en la mano y los tacones volando por el aire como si fueran enemigos de Estado.
-- A la m****a todo – le gritó al espejo, mientras observaba su patético reflejo.
El espejo no le respondió, pero su reflejo parecía darle la razón, sobre todo cuando asentía y balbuceaba groserías hacia su esposo.
-- Te voy a matar Rodrigo Tafur – decía señalando el espejo con su dedo índice.
-- Nunca voy a olvidar lo que acabo de pasar... eres una escoria miserable – seguía insultando su propia imagen en el espejo.
Luego de una hora, entre tragos y lamentos, Paula creyó haber oído un ruido en el pasillo, había olvidado que estaba en otra habitación. Pero sabia que tarde o temprano el inútil de su marido la buscaría en su suite. Asi que tomó sus zapatos con sus manos, no se los puso porque simplemente no podía mantener el equilibrio para hacerlo. Salió de su suite y se acercó tambaleando hasta la habitación vecina, abrió la puerta que había quedado semi abierta e ingresó... Paula Green se asomó en la habitación equivocada — eso lo supo después — y entró sin pensarlo.
La habitación estaba a oscuras, las costinas black out estaban bajas y no se podía ver bien. La poca luz que ingresaba por la puerta fue apagada apenas ella la cerro. Se podía sentir el vapor saliendo del baño.
-- Cree que con una ducha... borrara toda la humillación... que me hizo pasar – susurró entre cortado. Sentía que la lengua se le trababa al hablar, asi que se detuvo un segundo, su mirada fija en el brillo que se veía a través de una puerta.
-- Te voy a mostrar lo que vas a perder maldito – dijo en el momento que una figura masculina con una toalla en la cintura abre la puerta del baño y sale en ese momento, secándose el cabello con otra toalla sin mirar al frente. Paula, con la visión borrosa, el resplandor de la luz detrás de él y el corazón lleno de rabia vio lo que quiso ver:
“A Rodrigo su esposo infiel”
-- ¡Ah, claro que te viniste aquí a esconder, cobarde! – gritó. El hombre se quedó congelado, había pedido un servicio a la habitación y dejó la puerta entre abierta para que ingrese la mujer, pero no espero que esta fuera a llegar insultándolo.
-- ¿Perdón? – dijo mientras intentaba ver bien a la persona que no paraba de gritar.
-- ¡Perdón! Ja. Eso quisieras miserable, que te perdone ¿no? – siguió con la voz elevada. -- ... ¡No me vengas con "perdón"! – continuó diciendo Paula mientras se tambaleaba hacia él.
-- Dos años. ¡Dos años de mi vida te di! Y ahora tienes el descaro de jugar a las escondidas en este hotel de m****a. Pues mírame bien idiota... ¡te encontré! –
Y entonces lo besó.
Fue un beso torpe, agresivo, más mezcla de alcohol y despecho que de lujuria. El hombre, visiblemente sorprendido comenzó a retroceder, queriendo quitarse a este mujer loca de encima, pero ella no lo dejó.
Retrocedió tanto que terminó tropezando con su propia toalla que había caído en el piso, chocando su espalda contra la pared.
-- Señora... esto... – intentó hablar, una vez que los labios de Paula se separaron.
-- ¡No me digas "señora"!, ¡maldito...! gracias a tu amante ahora volví a ser una señorita, como si no me conocieras... desgraciado – volvió a gritar ella, y lo volvió a besar. Pero ahora sintió algo duro contra su cuerpo, al caerse la toalla su hombría se había despertado, él acababa de volver de un viaje de negocios y había pedido un servicio especial, asi que estaba necesitado en el aspecto sexual y gracias a los besos arrebatados de Paula, su instinto animal había despertado.
Ella bajo su mano y pudo tocarlo, sin querer se excito demasiado, hacia mucho que no tenía relaciones con su esposo, Rodrigo siempre ponía una excusa cada vez que Paula se insinuaba, al punto que ella había dejado de hacerlo, y asi llevaban medio año.
-- No puedo creer que todavía esto te funcione... a claro como no... si has embarazado a tu amante maldito – le dijo y con todas las fuerzas que le quedaban giró con el desconocido arrastrándolo con ella hasta empujarlo hacia la cama.
-- Ahora te voy a mostrar lo que nunca más vas a tener miserable – susurró, mientras se monto sobre él, e hizo lo que quiso durante toda la noche.
Capítulo 56. Una sorpresa inesperada...El amanecer trajo silencio. Uno cómodo, que los envolvía. Paula se estiró en la cama vacía, con el olor de Santiago aún en la almohada. Se puso la bata, caminó hasta la cocina y lo encontró preparando café.-- ¿Dormiste bien? – le preguntó él al oírla entrar.-- Dormí… como si esta fuera mi casa -- dijo ella sin mirarlo.-- ¿Y no lo es? ---- No lo sé, pero al menos lo está empezando a parecer -- ella se apoyó en el marco de la puerta. Él la miró con un brillo extraño en su mirada.-- ¿Te vas a quedar? – le preguntó.-- No puedo prometerte eso ---- ¿Por qué? ---- Porque viniste a buscar respuestas, lo sé. A limpiar el nombre de tu abuelo. Pero ahora que lo lograste… me imagino que querrás volver a tu país ---- La promesa que le hice a mi abuelo era limpiar su nombre, quería que todo el mundo supiera de la injusticia que se cometió con él y eso ya pasó. Ya la terminé... mi abuelo Leonardo Soler recibió su absolución, póstuma, pero lo consiguió
Capítulo 55. A un paso de la libertad...Al llegar al departamento de Paula ella giró hacia él. Después de enterarse que el asesino podría ser un lunático le dijo a Santiago que mejor se fueran al suyo.-- Estas segura de que prefieres ir a mi departamento, sabes que yo voy a quedarme contigo – le preguntó Santiago ajustándose la chaqueta mientras la luz de la mañana se filtraba por las persianas del departamento de ella, Paula asintió.-- Me sentiré más segura lejos de acá – aseguro y él la ayudo a preparar su maleta.-- Además, el comisario dijo que no tardaría mucho en dar con él --Santiago también lo creía. No sería tan fácil mantenerse oculto del mundo, ahora que todos lo estaban buscando.Santiago se agachó frente a ella, rozándole las rodillas con sus manos cálidas.-- No estés nerviosa. Ya estamos cerca. Lo sabes, ¿verdad? – ella volvió a asentir.En sus ojos brillaba una mezcla de miedo y esperanza. Santiago se inclinó y besó su frente con ternura antes de estirar su mano y
Capítulo 54. Sospechas descubiertas, nombre verdadero.Minutos después de que Santiago y Paula ingresaran en la estación, el agente que estaba manejando el sistema giró la pantalla de su computadora hacía ellos.-- ¡Lo tenemos! -- se escuchó.– Su verdadero nombre es Juan Lee Portugal -- leyó Santiago en voz alta.El silencio por un momento fue denso. Paula se adelantó, escudriñando la pantalla.-- ¿Ese es su nombre legal? ---- Sí. Fue registrado hace más de cuarenta años. Al parecer lo hicieron pasar como hijo único, pero no fue así... según el sistema su familia tuvo una hija menor –-- ¿Dónde esta? –-- La hermana falleció muchos años atrás – dijo el teniente que leía toda la información del sospechoso. -- Para ser exactos tiene cerca de veintitrés años de fallecida -- todos se asombraron ante esta nueva revelación.-- ¿Cómo pudo pasar? ---- Al parecer era solo una niña cuando falleció --Santiago miraba todo con atención, no quería que nada se le pasara por alto.-- Su madre fa
Capítulo 53. Bajo la misma piel-- Eso quiere decir que no mato por error, debió tener un móvil, algo que lo motivo -- susurró Paula, sentándose junto a él. Santiago asintió-- Definitivamente lo hizo por un motivo. Con precisión... Y aun así -- agregó Santiago, sin apartar los ojos del dragón. -- Dejó viva a la única persona que podía recordarlo. A ti --La noche cayó sin prisa sobre la ciudad, como un telón espeso que los envolvió a ambos luego de regresar de la estación de policía.Ambos parecían arrastrar el peso de algo más que una simple revelación: el nombre "Nicolás Portugal" había abierto una puerta... pero detrás de ella todavía había oscuridad.-- ¿Quieres que prepare algo de cenar? -- le preguntó ella luego de unos minutos, el estómago había comenzado a sonar y se dio cuenta de que no tenía nada en el además de esa taza de café.El departamento de Paul se había convertido en el lugar que ahora compartían ellos, sin darse cuenta.-- No tengo hambre – le respondió él.Su vo
Capítulo 52. El Nombre Prestado... ¿Nicolas o Juan?La vieja cabaña al borde del acantilado seguía oliendo a humedad y a encierro, pero para Juan era su hogar. Después de ver a paula en las pantallas tuvo que salir de la ciudad, dejar su enorme departamento y encerrarse en aquel lugar. Él mismo que le traía muchos recuerdos. El lugar donde vivió con su familia.Ese lugar era su santuario, y ahora se había convertido en su escondite, su trinchera contra un pasado que ahora rugía en las calles, en los titulares, en las pantallas que mostraban el rostro de una mujer de mirada desafiante: Paula Green.-- Esa mocosa creció… -- masculló frente a la televisión encendida.-- Y ahora tiene a toda la ciudad detrás de mí -- tenía la mirada inyectada en sangre, como si no hubiera dormido desde la noche de la conferencia. Y eso era verdad, él no había podido pegar un ojo desde ese momento.-- No debí dejarla viva -- volvió a murmurar frente al espejo rajado del baño.-- ¿Por qué no la mataste? – s
Capítulo 51. El Secreto del Dragón RojoLas palabras de esa mujer, Paula Green, lo habían atravesado como una lanza oxidada. No había forma de esconder esa marca, aunque ya no era tan clara como antes. Se trataba de un dragón chino, rodeado de llamas, que estaba en su brazo. Se lo había hecho en sus días de juventud como un símbolo de poder. Pero ahora se había convertido en su maldición. El ancla que lo vinculaba a una noche de sangre, gritos y muerte.-- Estúpido... debiste matarla también -- murmuró golpeando el lavabo, sin darse cuenta de que su labio estaba sangrando por tanto apretar los dientes con demasiada fuerza.Juan Lee trabajó en el laboratorio durante cuatro años. Nadie lo conocía por su verdadero nombre; en los archivos aparecía como “Nicolas Portugal” Había falsificado sus documentos al salir del penal, tras cumplir una condena corta por tráfico menor de estupefacientes. Fingía ser un hombre que trabajaba en seguridad privada, pero eso no era la verdad.El tipo había en
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