Verónica Sanchez es una estudiante de psicología clínica que tiene fantasías sexuales con el novio de su hermana. Benjamín Alcazar no busca nada mas que una noche de y duro en el club mas famoso de la ciudad. Un club que te permite ser y hacer lo que quieras sin ser juzgado. ¿Acaso no es eso lo que todos quieren en algún momento de su vida? ¿No ser juzgados por sus preferencias sexuales? El es , jamas ha estado con una mujer, aunque se ha tocado a sí mismo, desea experimentar antes de el día siguiente que contraerá matrimonio con la hija del socio mayor de la empresa de su padre. Una mirada será mas que suficiente para que ambos decidan satisfacer esos deseos carnales tan intensos que le calan en lo mas profundo de su ser.
Leer másDiario de Verónica.
08/08/2021
Observo el reflejo de mi cuerpo en el espejo. Estoy mona. Monísima, la verdad, no suelo vestirme tan coqueta, ni mucho menos tan sensual. Pero hoy, he querido hacerlo, me faltaba ánimos. Mi cabello negro detrás de mis omoplatos, baja y toca casi mi cintura. Mido un metro setenta, soy bastante alta, mucho más que mis amigas, incluso de pequeña mis hermanas se burlaban de mí porque era la más alta de todas las clases en las que estaba. Supongo que salí a mi padre, un dominicano retirado de la milicia, con casi 2 metros de altura. En cambio, mis hermanas menores salieron a mi madre, una colombiana con apenas un metro cincuenta. Lo único que ese desgraciado pudo darme fue su patético tamaño, pues para no joder la historia hablando de mi donador de esperma, el hombre se largó cuando mis hermanas tenían uno y tres años.
Yo tenía cuatro.
La verdad es que me gusta sentirme diferente. Debo admitir que es una oportunidad para destacar entre los demás. Normalmente las personas esfuerzan por lucir tacones elegantes que resalten su poca altura, con pantalones que levanten el trasero o blusas que sean sumamente escotadas.
Sin embargo, yo con apenas un vestido y unas sandalias de tacón corrido, llego a los lugares y todas las cabezas se giran a verme.
Eso y que tengo una boca muy golosa.
Al menos eso dicen.
Ya en serio, la tengo.
Sexualmente, soy bastante abierta. A mis veintidós años, tengo la experiencia de cualquier persona de mi edad del siglo 21. Porque sé que mucho antes, en el siglo 19, era poco probable que una mujer de veintidós años no se hubiese casado con el hombre que le desfloró y que le hizo tres hijos de inmediato.
Según mi madre, soy la más liberal de la casa, ella lo dice porque salgo cada noche a clubes nocturnos, lo que ella no sabe es que tengo uno en particular que es el que más me atrae y en el que más cómoda me siento. La verdad es que en este puedo ser yo misma, sin necesidad de sentirme observada por los demás constantemente, porque allí, en el club Focus las personas van a resolver lo suyo, sin importarle lo que hagan los demás.
El problema conmigo es que tengo fantasías con mi cuñado.
Así como lo leyeron. Fantasías con el novio de mi hermana. El problema básicamente es que él es la contraparte mía.
No se trata de egocentrismo, tampoco de envidia. La verdad es que no hay manera de poder envidiar a una persona que parece un hobbit.
¿Quién en su sano juicio lo haría?
Pero, Claudio es lo que necesito en mi vida para que me saque el fuego que me quema por dentro.
Un hombre de 29 años, ojos azules como las aguas del mar, el pelo negro peinado siempre hacia atrás con gel para dejarlo fijo y sin despeinarse. Su aura, es de esa clásica de los fuckboys, de esas que saben que vas a terminar jodida, pero aun así te lanzas al maldito precipicio.
¿Por qué no puedo superarlo? Tienen 6 meses saliendo. ¿Por qué no puedo dejar de pensar en él?
Esas preguntas son mi diario, vivir.
Ustedes tiran: ¿por qué no tomas un clavo para sacar otro clavo?
El problema con Claudio es que, él jamás ha sido mi clavo, nunca me ha clavado, jamás ha estado en mi interior, ¡y joder, me muero por hacerlo!
Me muero porque su cuerpo esté sobre el mío y su pene esté clavándome una y otra vez hasta sacarme cualquier destello de orgasmo que esté escondido en lo más profundo de mi vagina.
Ah, sí, olvidaba mencionar, tengo un lenguaje bastante soez y poco femenino.
Volviendo a Claudio Henríquez, es una obsesión.
Estudio psicología clínica, voy en mi sexto semestre, se bastante bien cuando algo es una obsesión y cuando no, no soy la clase de estudiante de Psicología que asiste a la Universidad, solo para pasar el rato y acostarse con cualquier ser humano que le dé una sonrisa. Tan poco soy la clase de recién salida de la adolescencia que se cree con el suficiente autocontrol para llegar pulcra y virgen al matrimonio.
Pero también sé que esto que siento por Claudio es simplemente una obsesión, al no poderlo tener se ha desarrollado en mí una necesidad de poseer.
Deseando lo prohibido.
Y el muy desgraciado tampoco ayuda para sentirme menos atraída hacia él.
Porque los hombres comprometidos siempre son así.
Ellos siempre son los que te sonríen, los que te guiñan el ojo en la calle sabiendo que en su casa les espera una mujer. Siempre son los primeros en dar el primer paso cuando estás en un bar y te invitan a una ronda de shots de tequila.
También son los primeros en marcharse del cuarto de hotel, después de haberte follado una y otra vez sobre la mesa de billar o en el jacuzzy.
No estoy acostumbrada a utilizar palabras femeninas y melosas, me gusta lo franco, lo honesto. Por eso, entre mis amigas, madre y hermanas, siempre seré la vagina caliente que disfruta más de la cuenta.
¿Saben qué?
¡Me vale un penique lo que ellas opinen!
Al final de la noche, soy yo quien se viene seis veces si me lo permito.
¿Te animas a acompañarme y ver como la termino cagando entre Claudio y yo?
¿No?
¡Tú te lo pierdes mojigata!
Hasta luego, querido y ardiente diario.
PD: Creo que debo ponerte nombre.
Dejo el libro sobre mi tocador y observo mi reflejo una última vez. Hoy me he colocado algo de delineador en la parte baja de mis ojos. El color miel de estos destaca un poco más y le sonrío a mi reflejo.
No puedo creer que comencé a redactar en ese estúpido diario. Lo he comprado solo como un medio para no torturarme y dejar de pensar en Claudio, en cambio, he dejado bastante abierta la idea de finalmente acostarme con él.
—No. — me digo en voz alta justo cuando la puerta se abre.
—¿Seguro que hoy quieres ir a Focus? — Es Ana, ella es mi conciencia, al menos la parte racional.
Al menos lo intenta.
—Más que segura. —le digo tomando mi bolso de mano de color negro. —¿Qué opinas de mi vestido?
—Muy…—ella lo piensa y se me ocurren muchos nombres para lo que pasa por su cabeza. Pero no los diré. —…provocativo.
—Admítelo, está perrísimo. ¡Es el corto y tamaño perfecto!
—Bueno, es una forma de decirlo. — Esa es Ana Fortuna. La que sí tiene pinta de Psicología clínica.
Pero yo soy la que realmente disfruta la vida mientras ella se sumerge en libro sy mas libros y cuando termina, duerme imaginando que lee los jodidos libros.
Si, me gusta leer y la verdad, soy bastante buena en mi carrera, aunque conmigo, en esta etapa, soy una m****a temperamental con patas.
—Vamos antes de que me quites el ánimo.
—No creo que eso sea posible. — murmura ella pasando un brazo por mi cintura.
—Yo tampoco, Anita. Yo tampoco. — y ambas comenzamos a reír.
¡Focus, allá voy!
Capitulo 17: Encontré una flor.Me levanto al día siguiente con una jaqueca horrible que me hace arrugar los ojos y odiar la luz que entra por mi ventana. Mi habitación es minúscula, pequeña a tal punto que debo colocar velas aromáticas para evitar que el olor a sudor o ropa sucia pueda almacenarse.Escucho unas voces procedentes de la sala y doy gracias al cielo que mi puerta está cerrada. Solo por eso el día me parece mejor.Busco el móvil y encuentro miles de mensajes.Es una exageración.Muchos mensajes.Reviso, casi todos son de Ana.Mi mejor amiga que me tiró a la boca del lobo contándole a mi madre que me quedé en el club anoche.Súbitamente los recuerdos de la noche anterior me arropan y me levanto con rapidez de la cama.El hombre y sus manos alrededor de mi cuerpo.El desconocido
Capítulo 16: Vacío. No sé porque me fui.No entiendo la razón por la que salí de aquella habitación como si el demonio me persiguiera.Una semana había pasado desde que salí desde aquel cuarto del club Focus.No he vuelto a saber de ella y la culpabilidad me carcome.¿Cómo se fue del club? ¿que hizo después? ¿cómo está su labio? ¿tendrá el rostro inflamado después de los golpes que ese desgraciado le pegó?No he dejado de pensar en Verónica ni un solo día desde que la conocí, y me molesta que ella habite en mi cabeza como si ésta le perteneciera, como si mi mente y mi cuerpo fueran de su propiedad.Entro en la casa de mi madre y de inmediato la vislumbro en la sala de estar con una taza de café en sus manos y una mujer arreglándole
Intento tranquilizar mi alma y comienzo a tararear una canción que antes mi madre solía cantarme, una letra que era sedante para mis llantos después de llorar todas las noches al pensar porque mi padre no vivía con nosotras. Un típico y absurdo pensamiento de niña, la culpabilidad pensando que había hecho algo que pudo haber ocasionado su marcha.No volví a saber de él hasta que tuve los quince años y descubrí que él tenía una nueva familia y que tengo dos hermanastros a los cuales jamás había visto.No quise buscarlos ni preguntar por ellos, mi padre se encerró en sí misma y su trabajo, en la crianza de sus hijas y en olvidar que en algún momento estuvo casada con ese hombre.No soy como las mujeres de esas novelas románticas en la que la protagonista decide emprender un viaje de
***Verónica***Me visto rápidamente, sin prestar atención a la mirada que me lanza Benjamín. Muero lenta y dolorosamente, con tanta vergüenza que no quepo en mí misma. Sé que no debería sentirme así porque esto no ha sido mi culpa, al menos no completamente. No quería nada de esto, no quería que me golpearan en la cara, tampoco quería que un hombre intentara abusar de mí. No deseaba que nadie se aprovechara de mi cuerpo, pero tampoco he pensado de la manera más correcta. He conseguido que un desconocido se aprovechara de mí, de mis intenciones de disfrutar mi vida.No comprendo por qué demonios cuando una persona decide disfrutar su vida sin tabúes, sin esos muros que poco a poco la sociedad ha ido instaurando en el corazón de las personas, en su cerebro, en sus ganas de vivir libremente.; termina siendo repudiada o marginada.No se trata d
Capítulo 13***Benjamín***—Escúchame bien, niño rico. —Me dice Benedit Observándome, colocando una mano en mi pecho y deteniéndome para que no abra la puerta.—¿Qué diablos quieres ahora? —Le pregunto molesto. —¿Qué mierda se te puede ocurrir para detenerme ahora?—Cuida tu tono y las palabras que utilizas para referirte a mí.—Cuídate tú de no encabronarme. —Le digo quitando la mano de mi pecho. —Tu jefa te ha dicho que me lleves a la puerta. Así que eso es lo que vas a hacer.—Agradece que voy a decirte lo siguiente. —Él cruza los brazos sobre su pecho y se recuesta de la pared. —Cuando abra la puerta, lo que sea que encuentres ahí debes de mantener la calma. No quiero peleas en mi club.—El club de Katia. —Le corrijo, sonriendo, irónico. —Hasta donde estés tú no tienes nada que ver y no eres más que un simple empleado. —Me burlo de él.—Katia mandado una orden, pero tengo la ligera sospecha que vas a hacer, que pierda la cabeza y te saca de aquí a los tir
***Verónica***Mi pecho sube y baja con desesperación, mi respiración se vuelve cada mas desesperada. Lamentablemente, acepté tener los ojos vendados. Solo escuchar y sentir, para mi mala suerte he caído en la merced de un maldito acosador que no sé de lo que será capaz de hacer.Intento pensar en una escapatoria, pero mi mente no me colabora, quizás por el chat de tequila, a lo mejor por el trago que me he pegado en el bar que ya he olvidado, como si fuera parte de un recuerdo muy lejano.Quizá parte de los nervios de estar a la merced de un psicópata. Sin embargo, mi sentido de auto supervivencia me hace querer pensar en algo con desesperación.—¿Por qué no me quitas la venda de los ojos y así podemos divertirnos un poco más? —Le preguntó intentando sonar segura, aunque mi voz temblorosa y mis labios están resecos. —Creo que nos irá mejor….—Pero él no me deja terminar la frase, otro golpe se estampa en mi mejilla y lo escucho suspirar.—¿Cómo te he d
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