―No debió dejarla ir, señor. ―Kenji miró a su jefe. ―Ahora la señora tiene más libertad para verse con ese mequetrefe. ―Barak lo sabía, estaba furioso por eso, pero no podía dispararle a la mujer que ama, así que no tuvo más opción que dejarla ganar.
―Es un riesgo que debía tomar. ―Sonó tan calculador como siempre. ―Ella puede estar viviendo en otro lugar, pero nada puede prohibirme visitarla siempre que quiero para ver a mis hijos. ―Ladeó la sonrisa.
―¿Qué tal y ese imbécil la ayuda a escapar? ―Barak lo miró a los ojos.
―No es tan tonta como para hacer tremenda estupidez. ―Se puso en pie. ―Debo ir a verla. ―Sacó un largo suspiro. ―Hoy le tengo un ultimátum. ―Ladeó la sonrisa. ―Es ahora cuando se dará cuenta del grave error que fue poner a mis hijos como padre a otro hombre.
―Señor. ―Kenji lo detuvo antes de que abriera la puerta. ―Sé que me pidió encargarme de todo desde aquí, pero necesito consultarle algo. ―Barak lo miró. ―Hay una negociación importante, ¿Quiere que viaje a Ita