LISSANDRA
Subimos en silencio por la escalera, los pasos suaves de Ash al ritmo de los míos. Erick iba en brazos de su padre, ya medio dormido, pero aún con los ojos entreabiertos, como si no quisiera perderse ni un minuto más de aquel día que había sido tan especial para todos. Una boda triple. Tres parejas que amábamos. Tres historias distintas que terminaban en un mismo lugar: el altar. Fue hermoso.
Me llevé una mano al vientre, hinchado y sensible, sintiendo una leve patadita. Nuestros bebés también habían estado activos durante todo el evento, y no era para menos. Entre la música, las risas, la emoción, y la cantidad de amor flotando en el aire… ¿cómo no iban a reaccionar? Sobre todo cuando le daba algo dulce de premio.
Ash abrió la puerta del dormitorio de Erick con cuidado, y juntos lo ayudamos a acomodarse en la camita. Él aún tenía su mini traje puesto, con el moño chueco, y los zapatos ya se los habíamos quitado en el auto.
Lo desvestí con cuidado mientras Ash me ayudaba a p